¿Puede Dios darnos todo lo mejor cuando le ofrecemos mediocridad? Todos queremos la bendición, pero no nos gusta hacer la parte que nos corresponde, la de la santificación. Hasta con nuestra mirada y nuestro rostro podemos reflejar si andamos humillados o en altivez, si somos de agrado o de vergüenza hacia el Creador.
Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios. (Is. 58:1-2)
"...pues la voluntad de Dios es vuestra santificación..." (I Tes. 4:3