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sábado, 22 de noviembre de 2008

Cómo nos llegó la Biblia


Cómo nos llegó la Biblia

La Biblia es como una pequeña biblioteca que contiene muchos libros escritos por muchos autores, la palabra biblia proviene del griego y significa “libros”. Tomó más de 1 000 años escribir estos libros y pasaron muchos años más antes de que la lista de libros que se conoce hoy como la Biblia se recopilara en un solo gran libro.

La transmisión de historias de generación en generación

Antes de que se empezara a escribir cualquier porción de la Biblia, las personas se contaban unas a otras historias sobre Dios y la relación de Dios con la gente que se menciona en ella y sobre la cual podemos leer hoy en la Biblia. Esta etapa de transmitir historias en forma hablada se conoce como la «tradición oral» y es una etapa que continuó por muchos años. Las familias les contaban a las nuevas generaciones las historias de sus antepasados y en el caso de las Escrituras hebreas (el Antiguo Testamento), algunas de las historias fueron contadas durante siglos antes de ser escritas en su forma final.

La escritura de las historias de la Biblia

Finalmente (alrededor del año 1 800 antes de Cristo), las sociedades del Cercano Oriente empezaron a desarrollar formas de escritura fáciles de aprender y de usar y la gente comenzó a escribir las historias, los cánticos (los Salmos) y las profecías que un día formarían parte de la Biblia. Estas personas escribieron sobre papiro, un material hecho de juncos que se asemeja al papel; o sobre pergamino, material hecho a partir de pieles secas de animales. Sin embargo, los libros del Antiguo Testamento no fueron escritos todos al mismo tiempo. Este proceso se llevó a cabo durante siglos, pues mientras algunos libros se escribían y recopilaban, otros se seguían transmitiendo oralmente en forma de historias. En algunas ocasiones estas historias se iban escribiendo gradualmente y a veces se recopilaba más de una versión de la historia, por lo cual hay partes de la Biblia que pueden confundir al lector moderno. Como ejemplo se pueden comparar las siguientes citas bíblicas: Génesis 1: 1-24 y Génesis 2: 5-3:24 y 1 de Samuel 16: 14-23 y 1 de Samuel 17: 55-58.

Nunca se encontraron los manuscritos originales de los libros que componen el Antiguo y el Nuevo Testamentos y lo más probable es que se desgastaran por el uso continuo o se destruyeran hace siglos. Sin embargo, había copias escritas a mano de estos manuscritos que llegaron a ser posesiones valiosas de sinagogas, iglesias y monasterios. Antes de que se desgastaran estas copias se hacían otras nuevas, luego se hacían duplicados de estas copias y así sucesivamente de generación en generación. Se han conservado algunas muy antiguas de textos del Antiguo y del Nuevo Testamentos, que actualmente se guardan en museos y bibliotecas alrededor del mundo en lugares como Jerusalén: Londres, París, Dublín, Nueva York, Chicago, Filadelfia, Ann Arbor, Michigan; Grecia, Italia, Rusia y Sinaí.

Una vez que se empezaron a escribir historias de la Biblia se hizo necesario hacer nuevas copias antes de que las anteriores se desgastaran por el uso continuo y se volvieran ilegibles. Algunas veces, varios escribas hacían copias mientras otro escriba leía el texto en voz alta.

Recopilación de las Escrituras hebreas

Es imposible saber cuándo se recopilaron finalmente todos los libros de las Escrituras hebreas. Algunos de los textos de las Escrituras judías datan de fechas tan antiguas como el siglo 1 100 a.C.; sin embargo, probablemente el proceso de recopilación de los libros no empezó sino hasta el siglo 400 a.C. Esta compilación de libros continuó mientras se seguían escribiendo nuevos libros, aproximadamente hasta el siglo segundo antes de Cristo. El proceso de decidir cuáles libros serían parte de las Escrituras hebreas oficiales se continuó hasta casi alcanzar el año 100 d.C., labor realizada por rabinos (maestros) judíos.

La preparación de la Biblia para un mundo cambiante

Fue durante esta época que se tradujeron al griego las Escrituras hebreas, traducción conocida como la «Septuaginta», que significa «setenta» y se identifica muchas veces con el numeral romano LXX (70). En un documento llamado la «Carta de Ariteas» se narra cómo se realizó la Septuaginta y cómo obtuvo su nombre. Según la historia, setenta y dos eruditos comenzaron simultáneamente a traducir al griego las Escrituras hebreas. La «Carta» dice que todos ellos terminaron al mismo tiempo, en setenta y dos días y que todos se dieron cuenta de que sus traducciones eran ¡completamente idénticas! Los números relacionados con el setenta de esta historia le dieron a esta traducción su nombre. Esta versión griega de la Biblia fue la que usaron los judíos dispersos por todo el mundo romano debido a que la mayoría de ellos hablaba el griego en lugar del hebreo. Las copias más antiguas de la Septuaginta datan del siglo segundo antes de Cristo, más de cien años antes de que naciera Jesús. Los primeros cristianos utilizaron también la Segtuaginta como versión principal de las Escrituras hebreas.

No está muy claro cómo fue exactamente que se decidió cuáles libros se debían considerar lo suficientemente santos como para ser incluidos en las Escrituras hebreas, lo que sabemos es que aproximadamente en el año 100 d.C., un grupo de eruditos judíos se reunió en Jamnia, un centro de aprendizaje judío localizado al oeste de Jerusalén. En ese entonces, los eruditos debatían sobre cuáles libros debían estar en las Escrituras hebreas, probablemente el debate de estos eruditos determinó en gran parte la decisión de la comunidad judía de incluir treinta y nueve libros en la lista sagrada (canon). Otros siete libros, a veces llamados los libros Deuterocanónicos, o de la segunda lista, o canon largo, no se incluyeron en la nómina. Actualmente la mayoría de las iglesias protestantes siguen la lista original de treinta y nueve libros y lo llaman el Antiguo Testamento. Las iglesias Católica Romana, Anglicana (Episcopal) y Ortodoxa Oriental incluyen los libros Deuterocanónicos en sus Antiguos Testamentos (algunas de estas iglesias tienen un orden diferente e incluyen más de siete libros). Para más datos sobre este tema, véase el artículo llamado ¿Cuáles libros pertenecen a la Biblia?

Las historias de Cristo y sus primeros seguidores

Jesús y la mayoría de sus seguidores eran judíos y por esto usaban y citaban las Escrituras hebreas. Luego de la muerte de Jesús y de su resurrección, aproximadamente en el año 30 d.C., las historias de Jesús y sus palabras se transmitieron oralmente. No fue sino hasta alrededor del año 65 d.C. que estas historias y palabras se empezaron a compilar y escribir en libros conocidos como los Evangelios, los cuales constituyen más o menos la mitad de lo que los cristianos llaman el Nuevo Testamento. Los primeros escritos del Nuevo Testamento, no obstante, son posiblemente algunas de las cartas que el apóstol Pablo les escribió a grupos de seguidores de Jesús esparcidos por todo el Imperio Romano. Puede ser que la primera de estas cartas, 1ra de Tesalonicenses, haya sido escrita en el año 50 d.C. y que otros escritos del Nuevo Testamento se hayan redactado durante los últimos años del siglo primero o durante los primeros años del segundo siglo después de Cristo.

Los libros del Nuevo Testamento se escribieron en griego, el cual era un idioma internacional durante este período del Imperio romano. Con frecuencia, se transmitían y leían como libros o cartas únicos. Durante casi trescientos años, de los años 100 a los 400 d.C., los primeros líderes y consejos eclesiásticos argumentaron sobre cuáles escritos del Nuevo Testamento debían considerarse santos y ser tratados con el mismo respeto que se le daba a las Escrituras hebreas. En el año 367 d.C., Atanasio, obispo de Alejandría, escribió una carta que enumeraba los veintisiete libros que él consideraba que los cristianos debían aceptar como autorizados. La mayoría de las iglesias cristianas aceptó la lista y los escritos que él nombró son los mismos veintisiete libros que hoy llamamos el Nuevo Testamento.

La tarea de traducir la Biblia

El griego se entendía en toda el área del Mediterráneo cuando se escribieron los libros del Nuevo Testamento. No obstante, para finales del siglo segundo después de Cristo, de nuevo empezaron a adquirir popularidad las lenguas regionales, especialmente en las iglesias locales. Se realizaron entonces traducciones de la Biblia al latín, el idioma de Roma; el copto, un idioma de Egipto; y, el siriaco un idioma de Siria. En el año 383 d.C., el papa Dámaso I le encargó a un sacerdote erudito de nombre Jerónimo producir una traducción oficial de la Biblia al latín. Jerónimo tardó veintisiete años en traducir la Biblia completa; esta traducción se conoce como la Vulgata y fue la versión oficial de la Biblia en Europa Occidental durante los siguientes mil años. Durante la Edad Media, solamente los eruditos podían leer y entender el latín; por esa época Johanes Gutenberg inventó la imprenta moderna (alrededor del año 1 456) y el uso de las lenguas vernáculas (locales o nacionales) se volvió aceptado y generalizado en los ambientes religiosos, oficiales y educativos. Conforme más gente aprendía a leer, más crecía la demanda de la Biblia en lenguas vernáculas. Así fue que traductores como Martín Lutero, William Tyndale, Casiodoro de Reina y Giovanni Diodati comenzaron a traducir la Biblia a los idiomas que la gente usaba para comunicarse unos con otros.

El proceso de traducción de la Biblia no se ha detenido y algunos descubrimientos recientes le han sido de gran ayuda. Por ejemplo, en los últimos 150 años se han encontrado muchos manuscritos antiguos griegos: en 1947 se encontraron unos manuscritos muy antiguos en algunas cavernas de Qumrán, Murabba?at y otros sitios al oeste del Mar Muerto en Israel, los cuales se conocen ahora como los Rollos del Mar Muerto. Estos manuscritos, que datan de entre el siglo tercero antes de Cristo y el siglo primero después de Cristo, han ayudado a los eruditos modernos a entender mejor la formación de ciertos textos y a tomar decisiones sobre cómo traducir mejor ciertos versos o palabras específicos.

La Biblia es un libro muy antiguo que nos ha llegado porque muchos hombres y mujeres se han esforzado por copiar y estudiar manuscritos, revisar importantes artefactos y ruinas antiguas y traducir textos antiguos a idiomas modernos. Su dedicación ha sido trascendental para mantener viva la historia del pueblo de Dios.

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Sobre los Evangelios:

El Nuevo Testamento es la segunda parte de la Biblia cristiana. Sus veintisiete libros son la continuación de los relatos que el pueblo de Dios empezó a contar en las Escrituras Hebreas (el Antiguo Testamento). La palabra “testamento” se deriva de una palabra latina que significa “voluntad o testamento”, que se usaba para traducir la palabra griega diathek, que significa “testamento” o “convenio” (pacto). Las Escrituras Hebreas nos cuentan sobre el pacto que Dios hizo con el pueblo antiguo de Israel, acuerdo que tenía casi enteramente como base la Ley de Moisés. Aquellos que le obedecían a Dios y vivían de acuerdo con su Ley eran el pueblo de Dios. Sin embargo, aproximadamente seiscientos años antes del nacimiento de Jesús, el profeta Jeremías anunció un nuevo pacto que tenía como base una relación personal con Dios Jeremías 31:31-34. Los escritores cristianos del Nuevo Testamento se referían a un “nuevo pacto” para describir lo que Dios había hecho en Jesús, 1Corintios 11:25; 8:7-13; 9:15; 12:24. El apóstol Pablo dice que este nuevo pacto no tiene como fundamento la ley escrita sino que proviene del Espíritu de Dios y trae consigo nueva vida 2 Corintios 3.6-15; Gálatas 3.10-14.

Jesús de Nazaret

Los libros del Nuevo Testamento fueron escritos durante un período de aproximadamente cien años luego de la muerte de Jesús. Muchos de los libros tienen como figura central a Jesús de Nazaret, nacido de padres judíos y a quien los cristianos declaran el Escogido (el Mesías) o el Salvador (Marcos 8:29; 14:61,62; Lucas 2:11; Juan 20:30,31; Hechos 3:18-21). Los cuatro evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, nos relatan la vida y las enseñanzas de Jesús, cada uno desde una perspectiva diferente. Los Hechos de los Apóstoles cuentan cómo los primeros apóstoles predicaron sobre Jesús y difundieron su mensaje en los años posteriores a su muerte y resurrección. Las cartas del Nuevo Testamento nos permiten entender las diferentes formas en las que se predicaba e interpretaba el mensaje de Jesús durante los primeros años de la Iglesia primitiva, conforme las buenas nuevas sobre Jesús se difundían en diferentes lugares. Las cartas también nos dan una idea sobre lo que vivían en ese entonces los primeros cristianos. Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento, finaliza con la esperanza de un futuro en el cual Dios traerá un cielo nuevo y una tierra nueva.

Actualmente, la mayoría de los eruditos están de acuerdo en que algunas de las cartas de Pablo son los escritos más antiguos del Nuevo Testamento; sin embargo, es imposible proveer una fecha exacta de cuándo fueron escritos los libros del Nuevo Testamento. Los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles fueron redactados más tardíamente. Se cree que Marcos, probablemente el primero de estos libros en ser narrado, fue escrito cerca del año 70 d.C, luego de la destrucción de Jerusalén por parte de Roma.

Griego “Popular”

Aunque Jesús y sus discípulos hablaban el arameo, los libros del Nuevo Testamento fueron escritos primero en el lenguaje griego popular de la época. Los escritores del Nuevo Testamento también estaban familiarizados con la traducción griega de las Escrituras Hebreas llamada la Septuaginta. Ciertas citas que se encuentran en el Nuevo testamento vienen directamente de la traducción griega, mientras que de otras se hizo una traducción al griego del hebreo de las Escrituras Hebreas. Los manuscritos originales del Nuevo Testamento se gastaron o destruyeron hace mucho tiempo. Sin embargo, copias a mano de estos textos se realizaron continuamente a lo largo de los siglos. La copia más antigua de Nuevo Testamento griego completo data del siglo cuarto, y el fragmento más antiguo de un libro del Nuevo Testamento data aproximadamente del año 125 d.C. También de gran valor para los eruditos de la Biblia son las primeras traducciones de escritos del Nuevo Testamento al copto, al siriaco y al latín. Pasaron más de trescientos años antes de que los veintisiete libros que forman el Nuevo Testamento se convirtieran en la lista aceptada de nuestras Biblias actuales.

http://www.americanbibleespanol.org/articulos/articulos/articulo3.php

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Hoy día existe la promoción en literatura y prensa de documentos que pretenden pasar como cristianos originados por los gnósticos. Dichos grupos gnósticos y sus comunidades han promovido diversidad de escritos de su propia autoría que rayan en la filosofía griega y que pretenden contradecir los evangelios mas antiguos que componen en canon bíblico (MATEO, MARCOS, LUCAS Y JUAN escritos antes o durante el primer siglo de la era cristiana).

Como si se tratara de una clase de conspiración gnóstica, dichas fuentes llenas de: incongruencias, dudosa reputación de origen y veracidad, anacronismos, carácter de secretividad, influencia templaria anticristiana y de comunidades cuya meta y objetivo era y es precisamente encontrar maneras de debilitar los cimientos de la fe cristiana primitiva.

Los evangelios del canon bíblico aceptado por la iglesia son y seguirá siendo la fuente mas antigua y sólida de la fe cristiana.



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