Creerle a Dios no es lo mismo que autosugestionarse de que uno consigue crear una realidad por medio del hablar palabras positivas, hacer declaraciones, o decretos teniendo como idea que Dios es alguna clase de fuerza, energía, o pensamiento que hace materializar cosas desde lo abstracto por medio de imaginaciones y sueños. Creerle a Dios es tan simple como estar seguro que aquel que prometió cumplirá lo prometido, tal y como creyeron Abraham, Sara, Ana, Moisés, Elías, Eliseo, Josué, Daniel, Sadra, Mesac, Abed-nego, Jacob, David, Salomón, Juan, Pablo, y muchos otros santos. Dios es una persona y no una "cosa".