El mensaje de Dios para este tiempo no es para que estemos gastando nuestras fuerzas y energía orando enfocados en castillos terrenales, casas hermosas, autos costosos, cuentas bancarias desbordadas de dinero, bienes, riquezas, comodidades, deleites sin número. El mensaje de Dios para este tiempo debe estar enfocado en nuestra salvación y en la de los que nos rodean. Se trata de una oración insistente y persistente para escapar de los días terribles que se acercan. Dice Lucas:
Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre. (Lucas 21:36)
Tal pareciera que muchos se han tomado unas vacaciones de ese intenso clamor para salvación para ir en pos de riquezas y metas terrenales. Han abandonado el llamado de la separación, y la santidad para usurpar ese lugar y poner mensajes halagüeños y motivadores para conducir la gente a hacer riquezas que luego aseguran les llenaran los bolsillos. Mientras más gente rica, más dinero les entrará. Pero se olvidan que las riquezas en esta tierra son corruptibles.
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Mateo 6:19-21)
El deseo de Dios es una iglesia sin mancha y sin arruga (Efesios 5:27) ¿Podrá la iglesia presentarse agradable a Dios cuando sus motivaciones personales han sido dirigidas hacia metas pasajeras y fines materiales? ¿Sustituyendo el clamor de separación y consagración por ideas y visualizaciones carnales de desarrollo financiero está la iglesia preparándose para el encuentro con su rey?
¿Dónde está tu tesoro? ¿Dónde está tu corazón? ¿En Cristo o en las riquezas terrenales?
Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
Tesoro en el cielo
No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
El siervo vigilante
Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos. Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá. (Lucas 12: 22-40)
Se nos dice: Orad sin cesar (I Tim. 5:17) Pero ese clamor, ¿hacia dónde lo enfocamos? Hacia nuestro mundo ideal en la tierra o hacia nuestra reunión con Jesucristo.
Estamos siendo conducidos a abrazar a Cristo o a abrazar toda clase de cosas materiales en esta tierra. Recuerda, donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón. Si tu corazón esta reservado solamente para Cristo, lo tendrás.
No se puede servir a Dios y a las riquezas al mismo tiempo. (Lucas 8:14) (Mateo 6:24)
Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? ( I Pedro 4:18)