Hoy me puse a leer un
libro que se llama algo así como: "El secreto de un millonario". Lo
bajé en las ofertas de Amazon gratis. Por curiosidad solamente leía. Para mi
sorpresa el escritor compartía sus "secretos" con el mundo. De cómo
pasó de la miseria a la riqueza. Las técnicas que lo llevaron al
"triunfo" (según él) fue el poder de la mente, la visualización, la
fe (según la Nueva Era), la confesión positiva, Incubar cuadros mentales,
autosugestionarse, darlos a luz, detallar un cuadro y soñar con eso en cada
minuto. Dominar el mundo material por medio del poder de los pensamientos.
Toda
una serie de cosas que ya había leído también en el libro del "pastor
coreano" Paul Yongui Cho en su libro "La cuarta dimensión". Sus
notas me hicieron recordar las frases populares que están sonando en muchas
iglesias contemporáneas que afirman ser cristianas. Dicen ellos:
"decreta" "ordena", "habla", "Yo decreto que
tus finanzas se liberan", etc. Tu puedes cambiar el escenario por medio
del poder de la lengua. Para esto utilizan diversidad de pasajes bíblicos que
tuercen a su antojo para entregarle al hombre el poder y la virtud que solo le
pertenece a Dios.
En el libro "El secreto de un millonario", el autor
no vacila en anunciar su creencia de que él mismo es Dios, al menos afirma
estar unido a Dios por medio del cosmos de tal forma que no hay diferencia
entre Dios y el hombre. Al verse unido a Dios, propone que tanto Dios como él
pueden hacer lo mismo, crear por medio de las palabras. Cambiar todo escenario
con la visualización. El autor hace una mezcla de creencia donde afirma que
todas las religiones son lo mismo, llamando a Dios de mil maneras. Pero en
especial exalta las ideas de la Nueva Era, donde coloca al hombre en el lugar
de Dios con la premisa de que todo en el universo es uno. Hace un tiempo atrás
veía el video de uno de estos gurús, un hombre que ahora mismo no recuerdo su
nombre, pero que lograba hacer muchos milagros por medio de la palabra hablada
y la visualización. Tenía tanto poder que podía materializar monedas de oro en
la cara de la gente y regalarlas al público. Demás está decir que tenía muchos
seguidores, palacios, y muchos lo reverenciaban. Sin embargo, dicho gurú
enfermó de muchas maneras, muchos de sus órganos en su cuerpo se enfermaron y
murió. ¿Qué pasó que no pudo materializar un corazón, unos pulmones, unos
riñones? Sucede que Satán, con tal de llevarse la gente al infierno está
dispuesto a liberar poder y milagros delante de la gente. La oferta de Satán es
que el hombre piense de si mismo que es Dios y que tire a un lado a aquel Dios
que dijo: "Clama a mí y yo te responderé... (Jeremías 33:3). Dice Satán:
"No clames a Dios, ordénalo tú, tú eres el Dios y no él", "todo
esto te daré si postrado me adorares". Las personas pueden estar jugando
ese juego a ser dioses aún usando el nombre de Cristo, cuando piensan que el
mundo está sujeto a su mandato y se ponen a si mismos como la fuente de los
milagros. Cuando se exalta el poder de la palabra y se echa a un lado la
supremacía de Dios, la decisión de Dios sobre todo asunto y se impone los
designios de la mente humana. Hay una clara advertencia que tenemos en la
Biblia que nos dice: No todo el que dice: "Señor, Señor", entrará en
el reino de los cielos, sino aquel que hace la voluntad del Padre. Veo multitud
de ejemplos en la Biblia de hombres y mujeres de Dios haciendo lo que Dios
quiere que se haga y no vi a ninguno cambiando escenarios por medio del poder
de la mente, en cambio, a Dios clamaban y en Dios esperaban. Algunos de estos
ejemplos: Job, Jeremías, Pablo, Juan el Bautista, Esteban, y muchos otros que
fueron perseguidos y angustiados y nunca utilizaron el tal poder de
"cambiar el ambiente por medio de las palabras". Tengamos cuidado
porque Dios solo hay uno y no comparte su gloria. Al querubín que quiso hacerse
Dios, Dios lo sacó como un rayo de los cielos y es el mismo que conspira contra
los hombres hoy en sus mentiras. Tales mentiras infernales vienen a exaltar el humanismo, el egoísmo, la avaricia, la soberbia y conducen a los hombres al fracaso, al desengaño y al infierno. Tengamos cuidado.