María la sierva de Dios debe estar muy entristecida ante la desvirtuación del culto a Dios haciendo de ella una persona divina y de igual deidad que el único y soberano Dios. Veamos que dice la Biblia en torno a María ya que antes de tomar posturas en este tema tenemos que dejar claro que los atributos que el catolicismo atribuye a María están fuera de los límites de la Palabra de Dios y se apoyan en añadiduras ajenas a la Biblia y al evangelio puro de Jesucristo y la obediencia a Dios.
María la madre de Jesucristo, a la luz de la Biblia
Muchos intentan tomando como base la tradición para argumentar que el instrumento que usó Dios en el caso de Jesús, a la virgen María, diciendo que ella posee atributos divinos como corredentora o mediadora entre Dios y los hombres. La llaman madre de Dios y le veneran (rinden culto)
- ¿Cómo María pudiese ser la madre del Dios que la creó a ella?
- ¿El Dios que creó el mundo?
María fue la madre de la humanidad de Jesucristo quién era el Señor en su totalidad. Ella no fue madre de Jesucristo-Dios, ni tampoco tenía nada que ver con la parte divina de Jesús. Él, era Dios-Hombre, y su divinidad siempre estuvo con Él antes de la fundación del mundo. En la persona de Jesucristo se unía al cielo y la tierra, compartiendo dos naturalezas; la humana y la divina. Este fue un nuevo comienzo en el plan de Dios, donde el verbo se encarnó. Ya Génesis Cap. 3 vers. 15 se nos decía que “de la simiente de la mujer” saldría el que limpiaría nuestra naturaleza contaminada con el pecado. Luego en Isaías Cap. 7 vers. 14, se repite profecías semejantes. María al igual que muchas doncellas en Palestina conocía de la profecía del nacimiento virginal que tendría su cumplimiento en su pueblo conociendo de las Escrituras sobre la llegada de un Salvador. Muchas anhelaban ser las elegidas y se consagraban a Dios y su piedad. A Dios le plació escoger a María y a su linaje para cumplir con la profecía. Muchos usan la lógica, “si Jesucristo era Dios-hombre, entonces María era Madre de Dios”; sin embargo, este razonamiento puede conducir a un error colosal. María sí era madre carnal de la parte humana de Jesucristo, pero nada tenía que ver con la deidad de aquel que se hospedó por nueve meses en su vientre y que es eterno. Si miramos bien, es María la hija de Dios y no Dios el hijo de María siendo que Dios es primero. El título “Madre de Dios” pretende elevarla en deidad por encima de Dios o atribuyéndoles toda cualidad divina. Es por esto que el catolicismo ha adoptado todas las desviaciones teológicas paganas antiguas fusionando en su falso cristianismo las antiguas religiones que veneraban a diosas paganas como: Isis, Astarot, Gaia, entre otras denominadas “Reina del cielo”. ¿Hace esto digna de adoración o veneración a María?
De manera inteligente podemos afirmar que No. Fue solo una gran bendición y privilegio el día que el ángel le anuncio lo que le acontecería. Jesús fue engendrado por el Espíritu Santo estando María desposada con José (Mateo Cap. 1 vers. 18 – Lucas Cap. 1 vers. 27) El único papel que tomó el ángel Gabriel en el asunto fue el de llevar el mensaje, que Jesús seria llamado hijo de Dios; Hijo del Altísimo; Santo Ser, pero el único atributo de María era ser la elegida de Dios para traer ese ser. Ella fue la agraciada (Lucas Cap. 1 vers. 30) y también se derrama una bendición sobre ella, pues nadie jamás experimentará cosa igual. No es para ofender los sentimientos de religiosidad de nadie con este tema, pero según la razón seguida por esta clase de teología se pudiese venerar diferentes cosas siguiendo este razonamiento donde se pone énfasis en los instrumentos usados por Dios y no en Dios mismo.
En el acontecimiento narrado en Lucas Cap. 2 vers. 49, vemos el suceso cuando Jesús se escapó de manos de José y María y llegó hasta el templo donde asombró a los maestros (doctores) de la ley, con sus respuestas. ¿Cuál fue la contestación de Jesús a sus desesperados padres terrenales?: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? [1]
Ni siquiera sus padres terrenales comprendieron el significado de estas palabras. Jesús comenzaba a mostrarles que su origen divino iba mas allá de su función como hijo terrenal. Su misión no era ser el hijo de María ni de José, al contrario, Él era el Dios de María y de toda la cristiandad. El destino de María y toda la humanidad dependería de su relación con el hombre que nació en su vientre. Toda la adoración y cánticos espirituales en la Biblia y en la iglesia primitiva y bíblica van dirigidos al fruto de su vientre de María y en ningún caso a María misma. Pero hoy día el evangelio contaminado he compuesto cánticos y alabanzas dirigidos a una mujer de carne y hueso. En otro suceso, al faltar el vino en las bodas de Caná, María se dirigió a Jesús y le urgió la necesidad del vino, a lo cual María le refirió a los que servían el vino:“Haced todo lo que Él os dijere...” (Juan Cap. 2 vers. 4) Allí Jesús convirtió el agua en vino. Si María estuviese aquí ahora, diría las mismas palabras: “obedeced a Jesús”.
María al igual que Pablo, Moisés, y todos los apóstoles fueron pecadores (Romanos Cap.3 vers. 23) pero Dios proveyó el medio de salvación, éste es Jesucristo; capaz de salvar al más vil pecador y redimirlo para Dios. María reconoció a su Salvador (Lucas Cap. 1 vers. 47) y también reconoció su bajeza como cualquier hombre pecador (Lucas Cap. 1 vers. 48). ¿Qué le diría María a los falsos religiosos de hoy que predican su “Inmaculada Concepción”? María les reprendería duramente por tomar su nombre y crear una diosa antibílica atribuyéndole sinnúmero de añadiduras. Tampoco bajo ninguna circunstancia se apoya la idea de que ella fuera mediadora o intercesora por los creyentes. Bíblicamente ella espera la resurrección junto a los demás santos que ya han partido con el Señor, pues esta claro en la Biblia que, “hay un solo mediador entre Dios y los hombres, este es Jesucristo’ (1ra Timoteo Cap. 2 vers. 5). La sangre de Jesús tiene ese poder para salvar al hombre.
Existe un solo Dios que no comparte su gloria. Jesús es el primogénito de María o sea que tuvo muchos hermanos y hermanas carnales (cosa contraria a lo que enseñan las tradiciones religiosas y universales). Cuando Jesús hacia milagros muchos se maravillaban y hablaban del origen humilde de Jesús pues conocían a sus padres y a sus hermanos carnales (Mateo Cap. 13 vers. 53 al 58) quienes no creyeron de primera instancia en él. Jacobo, llamado comúnmente Santiago es reconocido como uno de los hermanos carnales de Jesús. Jesús fue solo el primogénito de María (Lucas Cap. 2 vers. 27). En Hechos Cap. 1 vers. 14, vemos como María perseveraba junto con los demás creyentes en el aposento alto. Es irónico que la iglesia católica de hoy niegue esta verdad fraternal de Jesús pero cuando se trata de comercio y ganancia si es aceptado.
El Camino de Santiago de Compostela es reconocido en España como la ruta seguida por peregrinos europeos a ver la ruta del apóstol Santiago el hermano carnal de Jesús. Ante los interminables argumentos de los que quieren deificar a María por ser la madre del Señor, sólo repetimos las palabras que fueron dichas por Jesús en el Mateo Cap. 12 vers. 46 al 50 “Todo aquel que hace mi voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano y hermana, y madre...” Con estas palabras Jesús clarifica que el lugar que María poseía como madre terrenal no la hacía superior ni igual a la estatura del Hijo de Dios.
Este nuevo comienzo de la encarnación de Jesucristo usando como instrumento una mujer, fue el paso determinado por Dios para tomar naturaleza humana sin abandonar la divina y eterna que poseía. Pero como siempre hay quienes desean persistir en esta idolatría como continuación y veneración a la “reina del cielo”, claramente estan provocando la ira de Dios sobre ellos y la continuación de este culto pagano (Jeremías Cap. 7 vers. 18 al 20).
Si Maria no está apoyando culto sobre si misma ni tampoco los evangelios lo hacen. ¿Quién entonces está detrás de la desviación de este culto y cuales son sus propósitos al engañar millones de católicos que engañados por su emociones y juego psicológico de amor materno-filial del cual se aprovecha el enemigo para engatusar y entontecer a sus víctimas.
Los Templarios son los responsables de la introducción del culto a las vírgenes negras. Ya hemos estudiado las raíces satánicas de los Templarios cuya apariencia de piedad de hacer de “Protectores de las reliquias de Jesucristo”, proponen la malsana estratagema de la unión carnal de Jesucristo con una mujer denominada María Magdalena. Hemos dicho que detrás de los estratagemas Templarios de reescribir la historia cristiana para pretender opacar la deidad de Jesucristo se encuentra la necesidad de justificar el monarca mundial que ellos esperan y veneran con la excusa y pretendida justificación que dicho gobernante futuro poseerá linaje de Jesucristo.
Ya hemos dicho que estos estratagemas han sido públicamente y artificiosamente por novelistas como Dan Brown que con la excusa de “descubrir” la verdad del Opus Dei, siguen siendo ellos mismos parte de esos secretos. Dijimos que no es casualidad que Dan Brown le haya puesto por nombre “Sophie” a su personaje principal en la novela el Código Da Vinci. ¿Qué tiene que ver Sophie, Dan Brown, los Templarios con el asunto de la veneración a María, la madre de Jesucristo?
¿Porqué el enfoque de Dan Brown es sobre una mujer en El Código Da Vinci?
Dicha novela habla de intenciones de sociedades secretas de entronar a su monarca. Presenta la idea que pintores como Da Vinci poseían secretos y misterios dentro de su cuadros de "una verdad". Y aquí es donde está el éxito y la intriga de la novela. Muchos al evaluar y analizar las pistas dadas por Brown sobre las obras de Da Vinci concuerdan que en efecto existen mensajes secretos. Pero dichos mensajes secretos corresponden a las tendencias Templarias y masónicas de entronar un líder mundial.
Nosotros como evangélicos sabemos que el líder mundial que viene y que corresponde al "Nuevo Orden Mundial" es en efecto el Anticristo que preanuncia la Biblia.
Ellos los satanistas Templarios-masónicos por siglos han caído en la mentira del linaje real con el pretexto y mentira que se trata de relación con Jesucristo. Jesucristo nada tiene que ver con el Anticristo.
La verdad que presenta la novela de Brown es que se entrelazan sociedades secretas: Opus Dei, Iglesia Católica, Mafia, etc. para traer un monarca. Monarca que la Biblia anuncia y denomina Anticristo. Sin embargo, ellos lo pretenden justificar como descendencia de Jesucristo.
Personalmente creo que Dan Brown es parte de esta conspiración ANTICRISTIANA ya que en dicha novela el le da el nombre a su personaje principal a quien llama "Sophie". Sophie en el código Atbash significa Bafomet. Bafomet es el ídolo de la francmasonería.
Si Dan Brown intencionalmente le da el nombre de Sophie para que concuerde con Bafomet, entonces tenemos un novela masónica que propone la idea clara y a la vez subliminal que el monarca que esas alianzas oscuras pretenden entronar sobre la tierra es el ANTICRISTO del que la Biblia habla.
¿Porqué el enfoque de los Templarios es sobre una mujer?
Creemos que así como lo expone Bernardo Serrano en su breve estudio existe una desviación claramente intencional de deificar y crear una diosa de una simple mujer que nunca reclamó privilegios ni atributos divinos. El dice en su estudio: EL MARIANISMO, SUS EFECTOS EN EL CRISTIANISMO
Orígenes del culto a María, la expresión idolátrica más terrible en el cristianismo popular. El censo oficial de España certifica la existencia de más de 22.000 advocaciones —formas distintas de llamar a la «Virgen»— marianas, en diversos lugares de su geografía, lo cual es muestra inequívoca del culto a María. De allí que resulte algo difícil escribir acerca del problema del marianismo y su nefasta influencia en el cristianismo, esencialmente en la cristiandad de la iglesia católica. El marianismo es tan exacerbado que, en la iglesia católica, el culto a María desplaza la relación personal con Jesucristo y el acceso a Dios de una manera muy sutil. Por eso es que los nuevos creyentes en Cristo tienen tanto problema a la hora de desprenderse de su adoración a la madre de Jesús. Recuerdo mis primeros ejercicios espirituales, en los que «Don Rafael» (el cura de la parroquia), nos mostraba a un Dios airado por nuestro pecado, al que los jóvenes de aquel tiempo temíamos acercarnos, mientras nos presentaba a una «Virgen María» sonriente y compasiva que nos recibía siempre con los brazos abiertos. Una de sus frases se quedó grabada en mi frágil mente infantil: «Lo que Dios no da, su madre lo concede», y a esto unía las lecturas de Alfonso María Ligorio (un santo de la iglesia católica de los siglos XVII y XVIII), en las que se relataban varios sueños y visiones. Uno de ellos consistía en dos escaleras suspendidas entre el cielo y la tierra. En la primera, al final, estaba Jesús mostrándose airado con el pecador; y en la segunda estaba la Virgen María que recibía al pecador con alegría y lo introducía en el cielo presentándoselo posteriormente a Jesús, quien por la intervención materna lo recibía entonces sin ningún problema. Leyendas similares a esa hay muchas, todas para afianzar el culto a María. Pero sin dejar de lado la enorme idolatría a aquella santa sierva de Dios, a la que pasean en tronos que valen auténticas fortunas, cargada de las más valiosas joyas, pasemos a hacer una breve historia del marianismo o de las doctrinas relacionadas con el culto a la Virgen María.
ANTECEDENTES DEL MARIANISMO Entre los siglos II y III algunos cristianos empezaron a llamar a María «Madre de Dios» (gr. Theotokos), que también significaba portadora de Dios; pero uno de los escritores que primero lo empleó, Orígenes, solo lo hizo en sentido figurado, pues el término no llevaba aparejada una exaltación mariana, sino un reconocimiento de la deidad de Cristo, por tanto, por «comunicación idiomática» se podía decir que si Jesús era Dios y María la madre de Jesús, esta era al mismo tiempo «Madre de Dios». En el siglo IV, sin embargo, después de la gran controversia monofisita (doctrina que negaba la doble naturaleza de Jesús), el término theotokos empezó a tomar otro sentido, refiriéndose ya más a la madre que al Hijo, y aunque hubo una encarnizada oposición por parte del monje sirio Nestorio, que prefería llamar a María nristotokos — portadora de Cristo o Madre de Cristo—, el Concilio de Éfeso del 431 d.C. dio como dogma de fe (una verdad que no precisa demostración, y que se cree por la fe) lo siguiente: «...reconocemos igualmente que la Santa Virgen es madre de Dios, porque el Verbo hecho carne, se unió a partir de la concepción al templo tomado de ella». No deja de sorprender que este primer gran dogma del marianismo fuese dado precisamente en una ciudad cuya adoración ancestral a la diosa de la fertilidad, Diana, fue un fuerte obstáculo para la expansión del cristianismo (Hch 19). Algunos eruditos e historiadores de la iglesia cristiana no dejan de ver en ello la paulatina sustitución en forma velada del culto idólatra a las deidades antiguas (Isis, Astarté, Diana) por el culto a la nueva «diosa» María, la madre de Jesús, ya convertida por virtud del concilio en«Madre de Dios».
VIRGINIDAD PERPETUA
Durante los siglos V al VIII circularon profusamente en el mundo cristiano, una serie de escritos apócrifos, en los que se intentaba explicar no solo los desconocidos años de la infancia de Jesús, sino también los de María y su familia. Pues bien, fue de uno de esos evangelios apócrifos, el Protoevangelio de Santiago (XIX, 2 y 3), en el que por primera vez se relató la historia de una partera hebrea que visitó a María después del nacimiento de Jesús. La mujer decidió explorar a María vaginalmente para comprobar que era imposible que siguiera siendo virgen después de tener a su hijo, de manera que como resultado de su incredulidad, la mano que había palpado tan «sagradas» partes se quedó seca, hasta que la «Virgen» en un acto de misericordia sanó a la incrédula echando sobre el brazo seco las aguas en las que había bañado al niño Jesús.
Entre los siglos IX y X, dos apócrifos más, el Libro sobre la Natividad de María (IX, 4) y el Libro de la Infancia del Salvador, vuelven a respaldar la doctrina de la virginidad perpetua de María, al poner en boca del ángel la siguiente expresión: «Alumbrarás siendo virgen y amamantarás siendo virgen...» Todas esas declaraciones —especialmente las anteriores al Concilio de Calcedonia (451 d.C.)— solo fueron el caldo de cultivo para la declaración que salió de aquel concilio y que fue ordenada por el papa León I. La declaración contenía lo siguiente: «...Cristo es Dios y hombre, nacido de María, siendo preservada su virginidad...» Calcedonia I, c. 4. Sin embargo, no sería hasta el tercer Concilio de Constantinopla (680 d.C.), en el que el tema fue reconocido cual dogma de fe, al declarar a María como «siempre virgen santísima e inmaculada». Como consecuencia de aquel espaldarazo al marianismo de la antigüedad, entre los siglos VII y VIII empezaron a gestarse toda una serie de celebraciones marianas, como La Natividad de la Virgen, celebrada por la iglesia católica en todo el mundo el 8 de septiembre; La anunciación celebrada el 25 de marzo; y el 2 de febrero La purificación en el templo. Años más tarde se celebraría también su teórica asunción a los cielos, que se festeja en el mundo católico el 15 de agosto.
INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA
Como resultado de la doctrina de la virginidad perpetua de María que implicaba una pureza total de alma y cuerpo, resurgió con fuerza en los siglos posteriores una doctrina que desde el tiempo de Agustín estuvo casi dormida, que la Virgen María había sido concebida por sus padres (San Joaquín y Santa Ana) sin recibir el pecado original. Allá, por el año de 1308, un monje británico llamado Duns Escoto propuso retomar ese concepto agustiniano de la «no mancha de pecado en María», y la idea fue tomando forma cuando en 1477 el papa Sixto IV instituyó (pues todavía no se declaraba como dogma de fe) la festividad de la Inmaculada Concepción, a celebrar el 8 de diciembre en toda la cristiandad católica. Más adelante, fue el papa Pío IX quien en la festividad del 8 de diciembre, elevó a categoría de dogma las propuestas de Escoto, al definir en la constitución Ineffabilis Deus lo siguiente: «Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la muy bienaventurada Virgen María fue preservada inmune, desde el comienzo de su concepción, de toda polución del pecado original por la gracia y privilegio peculiar del Dios omnipotente, en vista de los méritos de Cristo Jesús, el Salvador de la humanidad, ha sido revelada por Dios y es por lo tanto firme y constantemente creída por los fieles...»
LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN
Basándose en breves historias apócrifas de siglos anteriores, según las cuales cuando María murió fue llevada al cielo por los ángeles (asunción), dejando tras de sí una estela de perfume a rosas, surge en el siglo XIX —y hay algunos historiadores que lo califican como una consecuencia directa del dogma de la inmaculada concepción de María—, lo que se podría llamar el primer dogma por «suscripción popular», ya que el Vaticano (promovido desde cada iglesia por los respectivos párrocos) consiguió que ocho millones de católicos firmasen una petición para declarar como dogma de fe la asunción de María a los cielos en cuerpo y alma, doctrina que fue promulgada como tal en 1950, por el papa Pío XII.
MEDIADORA UNIVERSAL
Aunque la declaración de María como mediadora universal no se dio oficialmente hasta el siglo XIX, ya desde el siglo XIV y dentro del pánico existente en Europa por la epidemia de peste negra, se empezó a practicar el rezo del rosario, en el cual se colocaba a María como intercesora ante Dios por la humanidad. Originalmente el rosario consistía de 150 avemarías, imitando los 150 salmos del salterio, y más tarde se intercalaron 15 padrenuestros; todo ello dividido en tres grupos, cuya invención se le atribuye al católico español Santo Domingo de Guzmán, del siglo XIII. Finalmente en el año 1895, el papa León XIII, en una carta dirigida a los fieles, utilizó el término mediadora universal aplicado a María, pasando desde entonces a ser un vocablo común en la terminología católica. La declaración de esta doctrina como dogma de fe se hizo en el Concilio Vaticano II, el 11 de octubre de 1962, a pesar de la oposición de 116 obispos del sínodo y dos cardenales.
EL MARIANISMO Y SU INFLUENCIA EN EL MUNDO CRISTIANO
En todo el mundo, pero especialmente en Europa, el culto a María influyó en el cristianismo católico de manera tan notable que a la pobre madre de Jesús se la ha coronado de oro y piedras preciosas, y se le han ido incorporando títulos como el de Reina del Cielo, Corredentora y Reina de los Mares, entre otros. A propósito de este último título me gustaría contar una anécdota que muestra la influencia directa que en los pueblos costeros mediterráneos ejerció el culto a la diosa fenicia Astarté, llamada Reina de los Mares por los antiguos, y que hoy se sigue manteniendo en la persona de la Virgen María en sus distintas advocaciones —«la Virgen del Carmen», «la Virgen del Mar», etc. En Málaga, ciudad al Sur de España fundada por los fenicios en el siglo XII a.C., se veneraba desde el siglo XI de nuestra era una pequeña escultura de piedra de una madre con un niño, que según las tradiciones populares fue traída por el mar. La pequeña imagen se conocía como la «Virgen de las Nieves» y tenía su santuario en una montaña de la costa malagueña, siendo al mismo tiempo patrona de varios pueblos costeros de la zona.
Pues bien, hace dos años unos arqueólogos europeos identificaron la famosa «virgen» como una escultura de la diosa fenicia Astarté, al coincidir la imagen con una representación idéntica descubierta en unas excavaciones realizadas en la costa mediterránea. La ciudadanía no quería aceptar que por siglos había estado adorando erróneamente a una diosa fenicia (aunque la iglesia católica guardó el mayor mutismo sobre el tema), pero al final la verdad salió a la luz, demostrando que en el culto mariano hay más de una ocasión en que existe una relación directa entre el antiguo paganismo idólatra a las diosas y el culto a María o marianismo de nuestra época.
Serrano concluye:
El marianismo o culto a María, como vimos, no es ninguna exageración ingenua —por parte de la iglesia católica—, del valor de aquella santa mujer escogida por Dios para un propósito específico. Se trata de un sistema de creencias caracterizado por un cuerpo de doctrinas propio con el objetivo definido de deificar a la madre de Jesús, asimilándola así a las antiguas diosas paganas. Es una manera, muy arraigada en la iglesia católica, de sincretizar el evangelio de Jesucristo con las más perversas religiones satánicas.
Detrás del misterio de las Vírgenes Negras
Por Isabel Martínez Pita / EFE-REPORTAJES (Nuevo Día de Puerto Rico)
- Estas han supuesto siempre una interrogante para los amantes de los temas esotéricos y una peculiaridad para los creyentes católicos.
Las Vírgenes Negras son veneradas en muchos países del mundo, cada una tiene un nombre y una leyenda por la que se da explicación al tono oscuro que tinta su piel y la de su hijo Jesús.
Sin embargo, los estudios realizados acerca de su origen apuntan a mitos y creencias ancestrales procedentes de la prehistoria.
El legado del color negro de la Virgen procede de cultos anteriores de las diosas madres Isis, Belisana o Artemisa que, a su vez, proceden de la adoración en la prehistoria de los meteoritos caídos a la Tierra, que eran venerados como fuente de vida.
En la mitología celta, toda la simbología sagrada giraba en torno a la Madre Tierra, llamada Belisana. Los rituales se realizaban en torno a elementos como el fuego y el agua y se cocían pociones mágicas con las plantas al alcance de aquella civilización, cuyas propiedades eran aprovechadas no sólo como medicinas sino también como portadoras de hechizos y maleficios. Las fechas de sus celebraciones se relacionaban con acontecimientos que implicaban a las cosechas, la fertilidad, la salud o la familia, temas que eran considerados sagrados y de los que surgían todos los mitos y leyendas.
De la misma manera que el Sol y la Luna, a los que rendían culto por ser los astros que dirigían el curso de la vida más cercana a la naturaleza. La noche y el día, y cualquier otro acontecimiento cósmico era mitificado por su carácter sobrenatural y el poder que ejercían en la vida diaria y en su propia subsistencia. En torno a todos estos elementos se elaboraron los rituales y un mundo mágico de una particular espiritualidad que se fue extendiendo por el norte de Europa.
EL CRISTIANISMO
Cuando se estableció el cristianismo, los Padres de la Iglesia observaron que aunque la población pudiera creer en la existencia del Mesías, sin embargo, no abandonaban sus rituales anteriores. La solución que dieron para erradicar estas creencias tan arraigadas fue cambiar los nombres de sus dioses por santos, y sustituir las festividades ligadas a los acontecimientos de la naturaleza por hechos cristianos.
Con este sistema de implantación de un sistema religioso monoteísta y sujeto a una férrea estructura jerárquica, el cristianismo tuvo que adaptar, sin embargo, algunos de los símbolos y mitos que se venían venerando desde hacía siglos.
La realidad es que en cada lugar donde hubo un santuario a la Madre Tierra, se instaló una Virgen Negra. Los autores de esta sustitución fueron miembros de órdenes esotéricas, integrados a importantes congregaciones religiosas como la de San Antón, San Benito y el Temple.
Se encuentran, bajo diversas formas, una gran Madre o Diosa Tierra, cuyos más antiguos antecedentes se hallan en las “Venus paleolíticas” de la prehistoria. Estas diosas (Isis, Astarté, Cibeles o Artemisa) fueron representadas generalmente de color negro porque era el símbolo de la Tierra primigenia que, una vez fecundada por el Sol, se convertía en fuente de toda vida, pero también era la sustituta de esa piedra negra que, llegada del más allá, caía incandescente creando la admiración de los hombres primitivos.
METEORITOS y PIEDRAS
Aquellas piedras eran reunidas por los romanos que las requisaron de los países conquistados para ser veneradas en un templo dedicado a la Magna Mater (la Gran Madre) que construyeron en el Palatino de Roma. El pueblo acudía allí para solicitar favores, sobre todo relacionados con la fecundidad en el plano físico, así como la fertilidad intelectual y espiritual.
Esta veneración recorrió civilizaciones y países, llegó hasta la Edad Media y ha alcanzado hasta nuestros días. Cuando los musulmanes conquistaron La Meca en el valle de Arabia, en el año 683, se apoderaron del templo de la Kaaba, donde destruyeron 360 ídolos, sin embargo respetaron la piedra negra, la negra roca basáltica que sigue recibiendo la adoración de los musulmanes.
Este hecho refleja el temor tanto de musulmanes como de cristianos a destruir las piedras negras procedentes del cielo, que explicaban de alguna manera el origen de la vida y constituían la plasmación material del estado espiritual.
Ya en la Cábala Hebraica encontramos: “El mundo sólo comenzó a existir cuando Dios cogió la Piedra de Fundación, la lanzó al abismo de las posibilidades, para que pudiera constituirse el mundo sobre ella”.
Esta idea también la recogen los griegos en el mito del Diluvio y los celtas en sus creencias.
Las congregaciones religiosas del siglo XI, así como los cistercienses y templarios del siglo XII, asimilaron estas ideas sincréticas a través de sus contactos con Anatolia, Siria, Chipre y Egipto, y expandieron por Occidente imágenes de la Virgen Negra que tenían ocultas en su interior piedras de ese color.
Los santuarios de estas vírgenes no fueron instaladas por azar sino que se erigieron sobre las ruinas de templos paganos, a su vez edificados sobre lugares de adoración prehistóricos megalíticos.
De esta tradición ancestral, las celebraciones actuales hacia las Vírgenes Negras han tomado reminiscencias basadas en sus ritos, mitos y folclore relacionados con las piedras, bosques, manantiales y pozos.
Vírgenes Negras se encuentran diseminadas por todo el mundo. En América, las vemos en Canadá, Bolivia, Brasil, Ecuador y México.
En Europa es Francia la que mayor número tiene de ellas, aunque también se encuentran den Alemania, Austria, Bélgica, República Checa, Holanda, Hungría, Inglaterra, Italia, Lituania, Malta, Polonia, Portugal, Suiza y España.
Las Vírgenes Negras también han sido relacionadas con la obra alquímica, en cuyo proceso la piedra con la que se realizan los trabajos en el matraz, culminará su proceso en oro, el metal más puro o en su otra vertiente en la Medicina Universal, capaz de sanar las células enfermas y devolver a la vida los tejidos muertos.
En la Alquimia, la piedra negra es aquella fase en la que la Obra alquímica se putrefacta, muere para a continuación poder regenerarse y cumplir la misión de ser perfecta.
Sólo a través de la muerte se consigue la resurrección, sólo a través del dolor se conoce la felicidad.
Tal y como lo dice el reportaje de Isabel Martínez fueron los del Temple los responsables de la introducción de este culto.
¿Porqué era tan importante para los Templarios introducir este culto y mezclarlo con una religión universal como el catolicismo?
Viendo que las metas de estas sociedades secretas que hoy se han fusionado con la francmasonería y han penetrado las altas élites políticas, religiosas, económicas y sociales son puramente paganas y se centran en la búsqueda de UN MONARCA MUNDIAL. Un líder ecuménico mundial que incorpore y resuma todas sus creencias aunque el mismo pueda ser el mismo diablo rechazando el cristianismo bíblico y proponiendo una religión universal sacrílega y blasfema que posteriormente reclamará adoración para sí tal y como reclamaron los antiguos faraones. Para los Templarios les resulta exitoso tergiversar el cristianismo y desviar la adoración e intercesión a Dios y colocarla sobre una mujer. Mujer que para ellos representa el linaje carnal que trae a reinar a su monarca. Entonces ahora tenemos el endiosamiento de María llamándola vírgen perpetua para asimilarla a Dios en deidad y tenemos también el culto a la vírgen donde la llaman “Madre” de aquel monarca esperado por los anticristianos.
Cuando un hombre desvía la adoración, veneración, culto, plegaria, intercesión que corresponde a Dios y lo deposita sobre una simple mujer que es madre de la parte humana de Jesucristo y no de su divinidad se constituye en una víctima mas de aquellos que proponen un gobierno terrenal anticristiano dominado por el falso linaje carnal de Jesucristo. Haciendo de esos “adoradores”, enfocarse en lo ANTICRISTIANO y creyendo estar agradando a Dios y a su piedad. Para Dios es abominación dicho culto y cualquiera que diga ser cristiano tiene que salir de esta clase de creencias ya que permanecer en este viejo culto ancestral de la fe sobre vírgenes es provocar la ira del único Dios omnipotente.
Estudio realizado por: Edward Velez
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¿Qué me dicen de la llamada "virginidad perpetua"?
Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS. -Mateo 1:25Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. -Lucas2:7
"Primogénito" no es lo mismo que unigénito. El primogénito es ese primer hijo que nace, luego que cualquier otro hermano.
Jesucristo tuvo hermanos en la carne y la Biblia da sus nombres. Sin embargo la falsa religión rebusca en los textos para formar pretextos fuera de contexto.
Tergiversando de esa manera la Biblia conduce a millares de devotos al mismo infierno, pero con religión en esta tierra...
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Vea una serie de testimonios en la página de Daniel Sapia cuya dirección es:
http://www.conocereislaverdad.org/testimonios.htm
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¿Cuál es el origen de la Iglesia Católica?
Pregunta: "¿Cuál es el origen de la Iglesia Católica?"
Respuesta: La Iglesia Católica Romana sostiene que su origen se encuentra en la muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo aproximadamente en el año 30 de nuestra era. La iglesia Católica se proclama a sí misma como la Iglesia por la que murió Jesucristo, la Iglesia que fue establecida y construida por los apóstoles. ¿Es ese realmente el origen de la Iglesia Católica? Por el contrario. Aún una lectura superficial del Nuevo Testamento revelará que la Iglesia Católica no tiene su origen en las enseñanzas de Jesús o Sus apóstoles. En el Nuevo Testamento, no hay mención del papado, la veneración o adoración de María (o de la inmaculada concepción de María, la perpetua virginidad de María, la ascensión de María, o María como co-redentora y mediadora), las peticiones a los santos en el cielo por su intercesión, la sucesión apostólica, las ordenanzas de la iglesia funcionando como sacramentos, el bautismo infantil, la confesión de pecados a un sacerdote, el purgatorio, las indulgencias, o la autoridad paralela de las tradición eclesiástica y la Escritura. Así que, si el origen de la Iglesia Católica no se encuentra en la enseñanzas de Jesús y Sus apóstoles, como están registradas en el Nuevo Testamento, ¿cuál es el verdadero origen de la Iglesia Católica?
Durante los primeros 280 años de la historia cristiana, la cristiandad fue prohibida por el imperio romano, y los cristianos fueron terriblemente perseguidos. Esto cambió después de la “conversión” del emperador romano Constantino. Constantino “legalizó” el cristianismo en el Edicto de Milán en el año 313. Después en el 325 d.C. Constantino convocó al Concilio de Nicea en un intento por unificar la cristiandad. Constantino visualizó el cristianismo como una religión que pudiera unir al Imperio Romano, el cual en ese tiempo comenzaba a fragmentarse y dividirse. Mientras esto hubiera parecido ser un desarrollo positivo para la iglesia cristiana, el resultado fue todo menos positivo. Al igual que Constantino se negó a adoptar de lleno la fe cristiana, sino que continuó con muchas de sus creencias y prácticas paganas; así también la iglesia cristiana que Constantino promovió era una mezcla del verdadero cristianismo con el paganismo romano.
Constantino descubrió que con la gran extensión del Imperio Romano, tan diverso y expansivo, no todos accederían a renunciar a sus creencias religiosas y abrazar el cristianismo en su lugar. Así que Constantino permitió, y aún promovió la “cristianización” de la creencias paganas. Y así, creencias completamente paganas y totalmente antibíblicas le dieron nuevas identidades al “cristianismo” Algunos claros ejemplos de ello son los siguientes:
(1) El Culto a Isis, una religión de la madre-diosa egipcia, fue absorbida dentro del cristianismo, reemplazando a Isis con María. Muchos de los títulos que fueron usados por Isis, tales como “Reina del cielo”, “Madre de Dios”, y “theotokos” (quien dio vida a Dios) fueron adjudicados a María. Se le concedió a María un exaltado papel en la fe cristiana, mucho más allá de lo que la Biblia describe de ella, para atraer a los adoradores de Isis a la fe, que de otro modo no hubieran adoptado. Las primeras claras señales de la Mariología católica ocurrieron en los escritos de Origen, quien vivió en Alejandría, Egipto, el cual resultaba ser el punto focal de la adoración a Isis.
(2) El Mitraísmo era una religión en el Imperio Romano del I hasta el V siglo d.C. Era muy popular entre los romanos, especialmente entre los soldados romanos, y posiblemente fue la religión de muchos emperadores romanos. Mientras que nunca se le concedió un estatus “oficial” al Mitraísmo en el Imperio Romano fue de hecho la religión oficial, hasta que Constantino y los siguientes emperadores romanos reemplazaron el Mitraísmo con el Cristianismo. Una de las características claves del Mitraísmo era una comida de sacrificio, la cual consistía en comer la carne y beber la sangre de un toro. Mitras, el dios del Mitraísmo, estaba “presente” en la carne y la sangre del toro, y cuando eran consumidas, se otorgaba la salvación a aquellos que tomaban parte en la comida del sacrificio. (teofagia, la práctica de comer el cuerpo de un dios). El Mitraísmo también tenía siete “sacramentos”, haciendo que las similitudes entre el Mitraísmo y el catolicismo Romano sean demasiadas para ser ignoradas. Constantino y sus sucesores fundaron un fácil substituto de la comida sacrificial del Mitraísmo en el concepto de la Cena del Señor / La Comunión Católica. Tristemente, algunos de los primeros cristianos comenzaron a añadir el misticismo a la Cena del Señor, rechazando el concepto bíblico de un simple acto de adoración y recordatorio de la muerte y derramamiento de sangre de Cristo. La romanización de la Cena del Señor hizo la transición a una consumación del sacrificio de Jesucristo, conocido ahora como la Misa Católica / la Eucaristía.
(3) La mayoría de los emperadores romanos (y ciudadanos) eran enotistas. Un enotista es alguien que cree en la existencia de muchos dioses, pero que tiene un enfoque primario en un dios en particular, o considera a un dios en particular como supremo sobre los otros dioses. Por ejemplo, el dios romano Júpiter, era supremo sobre el “panteón” (la totalidad de los dioses) romano. Los marinos romanos con frecuencia eran adoradores de Neptuno, el dios de los océanos. Cuando la Iglesia Católica absorbió el paganismo romano, simplemente reemplazó el “panteón” de dioses con los santos. Así como el panteón de dioses romanos tenía un dios del amor, un dios de la paz, un dios de la guerra, un dios de la fuerza, un dios de la sabiduría, etc., la Iglesia Católica tiene un santo que “está a cargo” de cada una de estas características, y existen muchas otras categorías. Igualmente, así como muchas ciudades romanas tenían un dios específico para la ciudad, también la Iglesia católica provee sus “santos patrones” para las ciudades.
(4) La supremacía del obispo romano (el papado), fue creado con la ayuda de los emperadores romanos. Siendo la ciudad de Roma el centro de gobierno del imperio romano, y con los emperadores romanos viviendo en Roma, la ciudad de Roma se levantó como preeminencia en todas la facetas de la vida. Constantino, y sus sucesores, dieron su apoyo al obispo de Roma como el supremo gobernante de la iglesia. Desde luego, era mejor para la unidad del imperio romano, que el gobernante y la sede de la religión se encuentraran centrados en el mismo lugar. Mientras que muchos otros obispos (y cristianos) se resistieron a la idea de que hubiera un obispo romano supremo, eventualmente el obispo romano se elevó a la supremacía, a través del poder y la influencia de los emperadores romanos. Cuando el imperio romano se colapsó, los papas tomaron el título que previamente había pertenecido a los emperadores romanos – “Pontificus Maximus”.
Se pueden dar muchos otros ejemplos, pero estos cuatro pueden ser suficientes para demostrar el verdadero origen de la Iglesia Católica. Desde luego, la Iglesia Católica Romana niega el origen pagano de sus creencias y prácticas. La Iglesia Católica disfraza sus creencias paganas bajo capas de complicada teología. La Iglesia Católica excusa y niega su origen pagano tras la máscara de la “tradición eclesiástica”. Reconociendo que muchas de sus creencias y prácticas son totalmente ajenas a la Biblia; la Iglesia Católica está forzada a negar la autoridad y suficiencia de las Sagradas Escrituras.
El origen de la Iglesia Católica es el trágico compromiso del cristianismo con las religiones paganas que la rodeaban. En vez de proclamar el Evangelio y convertir a los paganos, la Iglesia Católica “cristianizó” las religiones paganas, y “paganizó” el cristianismo. Al mezclar las diferencias y borrar las características distintivas, si, la Iglesia Católica se hizo a sí misma atractiva a la gente del imperio romano. Uno de los resultados fue que la Iglesia Católica se convirtiera en la religión suprema en el “mundo romano” durante siglos. Sin embargo, otro resultado fue la más dominante forma de apostasía del cristianismo del verdadero Evangelio de Jesucristo y la verdadera proclamación de la Palabra de Dios.
2 Timoteo 4:3-4 declara, “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.”
Vea: gotquestion (punto) org/espanol/origen-iglesia-catolica