Recientemente en Puerto Rico se discute el tema de la ley 54 cuyo debate se ha originado por el hecho que desean hacerle cambios, para incluir en la misma a las relaciones adúlteras. Es decir, con el pretexto de proteger a las parejas de la violencia, han tratado de crear una mezcolanza en la opinión pública. Los propios políticos han tergiversado el concepto del matrimonio y han estado creando toda clase de retóricas para conducir al pueblo a la destrucción de la institución básica, la familia. Esto se ve claramente cuando utilizan toda clase de argumentos y falacias para mezclar los temas y alterar leyes que por años han defendido la familia.
Se afirma que para proteger a la mujer o al hombre que han entrado en relaciones adúlteras, hay que hacerle enmiendas a la sana ley que existe hoy, la ley 54 que protege contra violencia doméstica. Lo que hay que preguntarse es, ¿qué tiene que ver una ley que es aplicable a una base legal del matrimonio entre un hombre y una mujer versus otra clase de relaciones no legales? ¿Tan poco cerebro poseen aquellos legisladores que no saben separar una cosa de la otra? ¿Por qué incluir lo que se supone sea para defender a los que están legalmente unidos con aquellos quienes no están legalmente unidos? ¿No existen leyes en Puerto Rico redactadas las cuales puedan proteger a los individuos de violencia alguna, que tienen que mezclar las leyes para los matrimonios en los casos ajenos? ¿No tienen más leyes que tienen que trastocar o comprometer las que existen para el matrimonio legal? ¿No será que la insistencia en enmendar las leyes de la familia para favorecer a los no legales es una muestra de incompetencia en los que hacen las leyes de hoy?
Si un hombre o una mujer cometen violencia uno contra el otro dentro de una relación adultera, ¿no se supone que ya existen leyes contra la violencia común que son aplicadas en la sociedad? Ya existen leyes que protegen contra la violencia. El problema que tenemos ahora es que los legisladores pretenden mezclar el aceite con el agua. Quieren usar las leyes que ya existen para proteger la familia para adelantarle el paso a las relaciones adulteras, ¿a quién beneficia esto? A los adúlteros, porque a la familia no lo es.
¿No será que en el senado de Puerto Rico existen algunas papas podridas cuya metas es utilizar toda clase de “issues” y temas para cambiarle el significado a la familia? Tomemos por ejemplo el caso del tema de la perversión de la homosexualidad. Todos sabemos que la unión entre un hombre con otro hombre es una perversión por el simple hecho que no vinimos al mundo porque un papá se haya unido a otro papá, ni mucho menos por una mamá unida a otra mamá. Tome a todas las mujeres y colóquelas en América del Norte y tome a todos los hombres y colóquelos en América del Sur, ¿Qué sucedería en la sociedad? No habría procreación y la raza humana desaparecería. Eso está claro, sin embargo tenemos a los defensores de estas aberraciones creando toda clase de retóricas y tratando de igualar sus temas de disturbados a las buenas causas de derechos humanos como el rechazo al racismo y al discrimen en la sociedad. Están tratando de hacerle pasar gato por liebre a la sociedad. Atragantarle lo inmoral utilizando toda clase de maquinaciones y falacias.
Lo mismo ha estado sucediendo con el tema de la ley 54 en Puerto Rico. Están usando conceptos y leyes que pertenecen a la sagrada familia, a la unión de un hombre y una mujer en matrimonio legal, para tratar de vincularlos con lo que nada tiene que ver.
¿Por qué si tienen tanto interés en defender a las mujeres maltratadas que están en relaciones adúlteras, porqué no le aplican mejor las leyes que existen contra la violencia en general? ¿Por qué defender a una tercera persona que atenta contra la salud de un matrimonio entre dos personas? ¿Por qué en vez de defender a los adúlteros no les aplican lo que les corresponde por ley, que es meses en la cárcel? Sobre leyes contra la violencia, aplíquenlas, pero no utilicen las bases legales del matrimonio y las leyes que lo amparan para hacerle enmiendas cuyo único propósito es abrirle paso a aquellos quienes violan la ley.
