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viernes, 6 de abril de 2012

Hay una parte que te toca hacer a ti

"Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad? Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta. Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas." (Mateo 21:23-27)

Por muchos siglos los profetas, reyes, jueces y siervos de Dios estuvieron escribiendo los libros sagrados que forman parte de nuestra Biblia. La ley del Antiguo Testamento era sólo tipos y sombras de la obra perfecta que vendría posterior a ella. La obra redentora de Jesucristo y su cumplimiento perfecto. Todo el esfuerzo de la ley no era para glorificar leyes y estatutos, sino para apuntar al Mesías redentor, Jesucristo el Señor. Los hombres recibieron las leyes de Moisés, y se consideraron a si mismo muy religiosos, sin embargo, cuando Jesucristo vino en carne muchos de ellos no conocieron el tiempo de su visitación. Tenían a Jesucristo frente a ellos a aquel de quien escribieron todos los profetas, y el que los salvaría de sus pecados, sin embargo, no le conocieron. Dudaron de sus palabras, dudaron de sus hechos y le menospreciaron. Los religiosos se envanecieron en sus ritos y perdieron la eficacia al no saber establecer una amistad sincera con Dios. Dios mismo estaba entre ellos y ellos lo ignoraban. En Mateo 21:23-27, vemos como unos sacerdotes y ancianos del pueblo van y le preguntan a Jesús sobre el origen de su autoridad. Jesús pudo haber descrito de forma detallada el origen de su poder, pudo hacerles ver que él es uno con el Padre y las mismas obras hace, porque es uno en deidad con él. Sin embargo, no les quiso contestar su pregunta. ¿Saben por qué? Porque hay una parte que te toca hacer a ti. ¿Cuál es la parte que te toca hacer a ti? La parte que te toca hacer a ti es el reconocer el tiempo de la visitación de Dios en tu vida. Dios está presente haciendo milagros, sanando libertando, salvando, rescatando, deshaciendo las obras del diablo. Su palabra ha recorrido por toda la Tierra. Dios ha permitido que se levanten templos, iglesias en cada esquina. Se predica en cada esquina y hay oportunidad de salvación. Hacen iglesias de forma cómoda para gente. Incluso con aire acondicionado. Todavía, y Dios poniendo esa bendición para que los hombres encuentren el camino, hay quienes lo desconocen. Se encuentran tan distraídos que no pueden ver la salvación ni recibirla. Hay una parte que te toca hacer a ti y es entender el tiempo en que estás viviendo. Abre tus ojos y ve el amor de Dios para tu vida, mira el sacrificio que Dios hizo para salvarte, reconoce que Dios lo hizo todo por ti. Ahora, acércate a Dios para que Dios se acerque a ti. Cuando te acerques a Dios de forma sincera, él te revelará sus secretos. Podrás ver al Padre en su Hijo Jesucristo y le glorificarás con tu vida. Ese será el tiempo cuando ya no preguntarás sino simplemente conocerás lo que Dios quiere para tu vida.
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