("La cuarta dimensión" técnicas de sugestión y control mental
para penetrar el mundo espiritual y pretender obtener toda
clase de cosas. Paul Yongui Cho afirma que los tibetanos haciendo
uso de ésta clase de técnicas se conectan con los demonios para
obtener los milagros que ellos realizan, sin embargo, afirma que los
cristianos pueden usar los mismos métodos y obtener sus milagros.)
Este tema no lo abro para contender sino para simplemente discutir sobre un tema de forma reverente. Todo el que así lo desee puede participar.
He visto como en diversidad de iglesias se escuchan oraciones llenas de decretos. "Decreto esto", "decreto aquello". No sé si es que me falta algo por leer de la Biblia, pero creo que el que decreta es Dios cuando vamos a él y clamamos. ¿Somos nosotros? ¿Es él?
La premisa o afirmación de algunos parece ser: "el decreto es una manifestación de la expresión de la fe reclamando algo hacia Dios..."
El decreto según puedo verlo en diferentes congregaciones es una afirmación donde los creyentes creen que la posición de ser hijos de Dios los autoriza para pronunciar órdenes sobre el ambiente y cambiarlo. El decreto ni siquiera es una oración dirigida hacia Dios. Son expresiones consideradas “de fe” con las cuales se asume la posición de poder cambiarlo todo por medio de la palabra hablada. Un ejemplo, “Yo decreto que tus finanzas se liberan desde este momento…” (Algunos al final le mezclan el elemento bíblico, “en el nombre de Jesús lo declaro”).
¿Realmente necesitamos hacer un decreto para demostrar fe y obtener respuesta de Dios a nuestra oración y clamor? Veamos lo que dice la Biblia:
Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaum. Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga. Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero dí la palabra, y mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo. (Lucas 7:1-10)
En este primer ejemplo vemos a un centurión dirigiéndose hacia el blanco correcto de la fe. El centurión reconoció que era Jesucristo la fuente de la sanidad, por lo que se dirigió a él en búsqueda de un milagro para su criado. El centurión reconoció que ante aquel escenario de crisis, quien único podía hacer algo a su favor lo era Cristo, por lo que le pide a Cristo que decrete una palabra a su favor. El simple hecho de depositar la fe en Cristo movió a Dios a misericordia y aquel hombre obtuvo su milagro, y también la admiración de Jesús en la fe de aquel hombre. Aquí no hubo sugestión mental de ninguna clase ni no hubo repeticiones vanas, simplemente hubo fe en Dios.
En el ejemplo anterior vimos que es Dios quien decreta cuando el hombre se dirige hacia él en fe.
"el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen." (Romanos 4:17)
Nuevamente, ¿Somos nosotros? ¿Es él?
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. (Jeremías 33:3)
¿Es esto lo mismo que "decretar"? ¿Alguien me puede decir?
Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. (Lucas 11:9)
¿Es pedir lo mismo que "decretar"? ¿Alguien me puede decir?
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lucas 18:1-8)
Nuevamente, ¿de quién es el decreto? ¿de Dios o del hombre?
¿Porqué Job no cambió todas sus adversidades por medio del decreto? ¿Alguien me puede decir?
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. (Mateo 6:6-13)
¿Qué es esta oración? ¿Peticiones de un siervo o decretos de un rey?
¿Cómo nos dirigimos a Dios? ¿Cómo reyes que decretan o como siervos sumisos?
A ti alcé mis ojos, a ti que habitas en los cielos. He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores, y como los ojos de la sierva a la mano de ...su señora, así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios, hasta que tenga misericordia de nosotros. Ten misericordia de nosotros, oh Jehová, ten misericordia de nosotros, porque estamos muy hastiados de menosprecio. Hastiada está nuestra alma del escarnio de los que están en holgura, y del menosprecio de los soberbios. (Salmo 123:1-4)
Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina. (salmo 107:20)
Nuevamente, ¿quién envía la palabra Dios o el hombre?
Los creyentes oraron:
Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. (Hechos 4:29-30)
¿Es esto un decreto o una petición?
Alguien me puede decir, ¿de qué manera se pueden justificar los decretos modernos?
Quizás alguien que tenga la herramienta del conocimiento sobre el griego y el hebreo pueda arrojar luz sobre este tema.
Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. (Salmo 40:1)
¿Qué fue lo que oyó Dios? ¿Un decreto? ¿una orden? ¿o más bien una súplica, un ruego o un intenso clamor?
Pablo dijo:
Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;
respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. (II Corintios 12:7-9)
¿Porqué no hizo uso de un "decreto de fe" para cambiar su circunstancia? En cambio, se volvió a Dios en súplica y ruego.
Paul Yongui Cho, el pastor de la iglesia evangélica más grande del mundo afirma en su libro "La cuarta dimensión" que los cristianos pueden obtener toda clase de cosas "visualizando". Visualizar, según lo expone Cho es crear un cuadro mental del objeto que se desea, hacer una descripción minuciosa y detallada de lo que se desea y repetir una y otra vez cada día esas descripciones. De esta manera el hombre imagina, incuba y crea su realidad. Pone diversos ejemplos de como hacer listas de toda clase de peticiones, las cuales la gente pega en papeles hasta en la nevera. Para luego verlas día a día y repetir o pronunciar que se tiene esto o aquellos. Cho Asegura que si el hombre no es específico de lo que pide, Dios no entiende ni contesta la oración. De la misma manera, si no hace uso de las palabras para cambiar su ambiente o entorno. Todo esto suena bonito y atractivo, pero:
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, (Efesios 3:20)
Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. (Salmo 139:4)
Jesús les dijo: … porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. (Mateo 17:20) (Lucas 17:6)
¿Significa esto que por medio de la palabra hablada se obtendrá todo? ¿O más bien significa que lo que es difícil para el hombre es posible para Dios? ¿Está exaltando esto el poder del hombre o el poder de Dios?
¿Quién no encuentra delicioso, atractivo y tentador para su ego el sentirse que todo lo puede por medio del decreto en su boca? Sin embargo, el único poderoso es Dios.
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