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miércoles, 17 de diciembre de 2008

El bando de los perdedores



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El reino de las tinieblas

Con relación a la condición del universo antes que Dios creara la luz la Biblia dice: “Y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo” (Génesis 1.2). Pero no nos estamos refiriendo a estas tinieblas en estos capítulos, sino que nos referimos a las tinieblas espirituales, las obras de Satanás y sus huestes.

La Biblia nos dice que la verdad y la justicia son como la luz, mientras que se refiere al pecado y sus consecuencias como las tinieblas. Las tinieblas naturales que existen donde no hay luz simbolizan las tinieblas indecibles que existen donde el rostro de Dios no arroja su luz.

El príncipe de las tinieblas es Satanás. Él es el autor del pecado, el padre de mentiras, el dios de este siglo, el enemigo de toda justicia.

Los ángeles caídos, juntos con su jefe, son los instigadores y promulgadores del reino de las tinieblas. Ellos están condenados a pasar la eternidad en las tinieblas de afuera que Dios preparó para ellos (Mateo 25.30).

Las almas perdidas son las víctimas miserables del reino de las tinieblas. Ellas viven “sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2.12) y están en el camino ancho, rumbo a la destrucción perpetua. Éstas completan el cuadro oscuro de lo que queremos estudiar más a fondo en los próximos capítulos. Teniendo un corazón malo de incredulidad los incrédulos trabajan juntos con el diablo y sus ángeles en un gran esfuerzo para destruir las almas de los hombres.

Este cuadro oscuro, sin embargo, es sólo el principio de los sufrimientos. Por el pecado que cometemos aquí en la tierra habrá un castigo en la eternidad, si no nos arrepentimos. El pecado en la tierra, por tan oscuro y triste que sea, es sólo una muestra de la miseria, la desesperación, la indescriptible tortura y la aflicción que habrá en las tinieblas de afuera donde el diablo y todos sus seguidores pasarán la eternidad. Esta es una escena oscura y horrible, pero damos gracias a Dios que él nos ha provisto una vía de escape por medio de su infinita misericordia.


CAPÍTULO 20

El diablo, Satanás

“Porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5.8).

“Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Corintios 11.14).

Antes de comenzar este estudio sobre el terrible y vil destructor de las almas, pidámosle al Señor en oración que nos ayude a comprender la naturaleza del diablo y que la gracia de Dios nos ayude en todo tiempo a estar libres de su poder.

Su personalidad

Este adversario que realmente existe no es sólo una mala influencia o una tendencia negativa que actúa en el hombre. Satanás tiene una personalidad propia, así como Dios y el hombre también la tienen. En los días de Job, Satanás vino junto con los hijos de Dios cuando se presentaron delante de Dios (Job 1.6–12). El diablo contendió con el arcángel Miguel por el cuerpo de Moisés (Judas 9). También él tentó a Cristo en el desierto (Mateo 4.1–11).

Mientras más temprano los hombres reconozcan que el diablo existe tanto mejor será para su bienestar presente y eterno. La misión del diablo es engañar y extraviar a los hombres, impedir que se lleve a cabo el plan de Dios para la restauración de los hombres caídos y privarles de la entrada a la presencia de Dios en la gloria.

Su morada

La Biblia dice que el diablo rodea la tierra y anda por ella (Job 1.7) “como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5.8). Es el “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2.2), “el dios de este siglo” (2 Corintios 4.4) y “el príncipe de este mundo” (Juan 14.30).

La meta del diablo es entrar en los corazones de los hombres con el objetivo de corromper y destruir su alma. Con razón se ha dicho que el lugar principal de la morada de Satanás está a dos metros de la superficie de la tierra. La palabra de Dios habla frecuentemente de como Satanás habita en los corazones de los hombres pecaminosos. La Biblia no dice dónde mora el diablo específicamente, pero sí nos da a entender que la tierra es el escenario de sus actividades actuales. También se nos informa que el infierno será su morada eterna (Mateo 25.41; Apocalipsis 20.10).

Su origen

La Biblia no explica concretamente de dónde vino Satanás, cómo fue creado ni cómo llegó a convertirse en el diablo. Sin embargo, aparecen algunas citas bíblicas que hablan un poco acerca del tema. No hay dudas que Dios creó “todas las cosas” incluyendo al ser que más tarde llegó a convertirse en el diablo (Génesis 1.2; Juan 1.3). Pero cuando Dios creó a Lucero (Isaías 14.12), lo creó un ángel santo. Después que este ángel cayó en pecado debido a su orgullo fue expulsado de los cielos junto con una multitud de “ángeles que no guardaron su dignidad” (Judas 6). A partir de aquel momento el diablo ha estado haciendo su trabajo destructor sobre la tierra.

¿Por qué Dios permitió tal cosa? Dios quería que los ángeles le sirvieran por decisión propia, voluntariamente. Para que su sujeción fuera voluntaria tuvieron que tener la capacidad de aceptar o rechazar a Dios. ¿Cómo se originó el mal en el ambiente tan puro de los cielos? No hay nadie bueno, sino Dios. Los ángeles que rechazaron a Dios rechazaron la única fuente de bondad y santidad, llegando a convertirse en seres malignos.

Sus atributos

Los nombres que la Biblia le da al diablo revelan sus atributos y propósitos. Sus nombres más comunes son:

· El diablo, adversario de Dios y del hombre (1 Pedro 5.8).

· Satanás, acusador y calumniador de los hijos de Dios (Apocalipsis 12.9–10). Satanás es quien difama de Dios ante el hombre (Génesis 3.1–6) y del hombre ante Dios (Job 1.9; 2.4).

· Beelzebú, “príncipe de los demonios” (Mateo 12.24) y el “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2.2).

· Belial, sin valor, destructor y sin ley (2 Corintios 6.15).

· Apolión, “el destructor”, el ángel del abismo (Apocalipsis 9.11).

· El dragón, monstruo que busca entrar en el corazón humano en toda oportunidad (Apocalipsis 20.2).

· El dios de este siglo, príncipe de este mundo que ciega “el entendimiento de los incrédulos” (2 Corintios 4.4).

Además, se le conoce como un cazador (Salmo 91.3), un sembrador de cizaña (Mateo 13.25, 28), una serpiente (Apocalipsis 12.9), un lobo (Juan 10.12), un león rugiente (1 Pedro 5.8) y uno que se disfraza de ángel de luz (2 Corintios 11.14).

Satanás es atrevido (Job 1.6), orgulloso (1 Timoteo 3.6), maligno (1 Juan 2.13), insinuador (Job 1.9), astuto (Génesis 3.l), engañoso (2 Corintios 11.14), feroz (Lucas 8.29; 9.39, 42), homicida y mentiroso (Juan 8.44).

Los vicios perversos y las características destructivas y diabólicas de los hombres pecaminosos nos revelan lo vil y detestable que es el príncipe de los ángeles malos, el diablo.

Su modo de trabajar

A pesar de lo que ya hemos dicho del diablo, y contrario a lo que muchos se lo imaginan, él tiene una personalidad muy atractiva. A menudo se le describe como un monstruo horrible con una cola larga, una lengua hendida, una mueca infernal y una horquilla en la mano. Aunque estas características puedan describir su perversidad, normalmente él no se presenta así ante los hombres. Más bien se aparece con una personalidad atractiva, con palabras suaves y dulces. Hasta se disfraza como un ángel de luz.

1. Como un ángel de luz

El diablo se le apareció a Eva en el Huerto de Edén como ángel de luz, convenciéndola que él tenía algo que ofrecerle a ella que era mejor que cualquier cosa que ella gozaba. Él está todavía usando este mismo tipo de engaño en la actualidad y muchos de sus seguidores son hábiles en el arte de engañar. Ellos tratan de hacer creer que la religión verdadera de Jesucristo es algo que le roba la libertad a la gente y los restringe a una vida de sinsabores y opresión. Los seguidores del diablo dicen que lo que ellos ofrecen trae libertad y que es una senda de luz más sublime, la única manera digna de vivir. Satanás es el príncipe y líder de este engaño, el gran experto en este trabajo malvado (Génesis 3.1–6; Efesios 5.3–6). Este ángel de luz primeramente atrae a los hombres, luego los engaña, los ciega y al fin los destruye.

2. Un león rugiente

El león rugiente anda buscando su víctima. Así también lo hace el diablo. Bajo la dirección de Satanás el deportista se convierte en un jugador, el que busca placeres llega a ser un libertino, el bebedor se transforma en un borracho y el escéptico termina siendo un ateo. Como un ángel de luz el diablo induce a los hombres a jugar con el pecado; luego, como un león rugiente, él lleva a cabo su obra. El aumento actual de los índices de criminalidad es el rugir del león fuerte: el contrabando, la inmoralidad, el homicidio, las “guerras y rumores de guerras”, las huelgas laborales, etc. No obstante, por todo esto hay un susurro calmante, un llamado tranquilizador que dice: “El mundo está mejorando”, “estamos despertándonos a una era de mayor entendimiento”.

El fin

El fin de todo esto es el despojo del mundo y la ruina de las almas. Todo esto culminará en el fin del tiempo, cuando Satanás junto a todas sus huestes serán lanzados al lago de fuego donde “el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 14.11). Como príncipe de demonios, jefe de pecadores y gran enemigo de todo lo que es bueno y bendito, Satanás será el que más sufrirá en este lugar preparado para él y para sus ángeles.


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