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A veces se nos olvida que vivimos en esta tierra por un tiempo determinado. Mucha gente piensa que puede disponer de su vida sin tomar en cuenta la obra del Creador y mucho menos permitirle que sea el Señor de nuestra vida. ¿Qué es nuestra vida sino un tiempo en el cual podemos conocer a Dios y sembrar para lo eterno? Esta vida es corta y corruptible, pero se nos invita a sembrar para una vida incorruptible cuando aceptamos a Jesús y le obedecemos.
A cada ser humano se le entrega un reloj. Dice:
Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos. (Salmo 90:10)
Si tomamos el promedio de tiempo de ese reloj dado por Dios a los hombres tenemos que comenzaría con:
60 minutos = 1 hora
24 horas = 1 día
365 días = 1 año
365 días x 80 años (tiempo de vida promedio) = 29,200 días (tiempo promedio de vida humana)
Tal pareciera que al nacer Dios nos entregó ese reloj el cual comienza en cuenta regresiva: 29,200… 29,199… 29,198… 29,197…
Aquellos que ya somos adultos tenemos el tiempo de la cuenta regresiva en la mitad. Es decir… 14,600… 14,599… 14,598…
Los colores de la vida parecen exaltar todo afán y tendemos a dirigir nuestros pensamientos hacia cosas efímeras mientras el reloj sigue corriendo… 14,597… 14,596… 14,595
Algunos poseen la mentalidad que afirma: "pecaremos hoy y en el futuro, cuando estemos viejos, entonces nos tornaremos a Dios...". Esta premeditación y alevosía nunca les resulta bien ya que:
No solo la gente ignora este reloj de cuenta regresiva sino que a veces pensamos que somos nosotros quienes dominamos el tiempo del reloj, lo podemos detener o quizás tratar de burlarlo (ignorando toda clase de situaciones de vida como: enfermedades, accidentes, toda clase de peligros, etc.). Pero la realidad es otra. He visto a muchos de mis amigos como el reloj simplemente los ha sorprendido con una aceleración a mediana vida y ya han partido. Lo mismo sucede con cada uno de nosotros. Estamos en este cuerpo, pero es Dios quien tiene el control sobre nuestra vida. Solo Dios sabe si cumpliremos nuestros 29,200 días en la tierra o nos llamará en breve. ¿Estamos listos?
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. (II Cor. 5:10)
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia; cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas; y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas; cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles; antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad. Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad. Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor. Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne. El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. (Ecl. 12)
Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. (Lucas 12:13-21)
Por otro lado, tenemos los que ignoran el regreso de Jesús:
Reflexión:
porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. (I Pedro 1:16)