A quien no le gusta tener un enorme televisor con un impresionante sistema de sonido, una pantalla de alta definición frente a la cual poder sentarse cómodamente y ver las horas pasar disfrutando toda clase de programas, juegos, películas, entretenimiento, etc. O a quien no le gustaría tener el dinero suficiente para ir de aquí para allá como todo turista de ciudad en ciudad solamente divirtiéndose sin importarle para nada las preocupaciones de la vida, haciendo solamente eso, los que nos gusta hacer. Actualmente, el comercio moderno posee toda clase de luces de colores y llamativos que nos invita a ir en su dirección. Nos ofrecen toda clase de espectáculos, lugares, curiosidades, actos asombrosos para atrapar nuestros sentidos y entontecer nuestras mentes. Todas estas cosas logran entretenernos, es decir, captar nuestra atención para mantenernos en un lugar fijo, inmóvil, parados en el mismo sitio como cualquier roca. La definición de “entretener” es: “hacer que alguien se detenga o espere”. Se trata de lograr captar su atención con aquello que le agrada a sus sentidos o le causa curiosidad. Para lograr esto, el mundo posee toda clase de estrategias y encantamientos. Luces de colores, lugares hermosos, espectáculos, música atrayente, toda clase de ofertas que sirvan para conducirnos en su dirección. Lo anterior es el escenario en el cual vive el mundo, sin embargo, se nos olvida lo más importante. Es el tiempo crucial en el cual estamos viviendo. Vivimos en el tiempo cuando el retorno de Cristo puede ser en cualquier momento (I Tesalonicenses 5:2). El Mesías que prometió volver dijo claramente las señales que tendrían lugar frente a nuestros ojos (Mateo 24). Nos dio detalles de cada cosa que anuncian su regreso. Nos dijo que vendría a tomarnos y llevarnos a su morada (Juan 14:3)(Isaías 26:20). Nos recomendó orar y velar para que ese día no nos sorprenda como ladrón (Lucas 21:36). ¿A qué se refirió Jesús cuando nos llama a "velar"? Jesús se refirió a una actitud vigilante cuidando nuestra santidad y nuestra comunión con Dios. Se trata de cultivar una relación de amistad con el Padre. Jesús relacionó la oración y el tiempo que pasamos hablando con Dios con la actitud vigilante. Dice:
Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? (Mateo 26:40) (Mateo 6:6)
Orar es velar, estar en comunión es velar, buscar a Dios es velar, es ser vigilante. ¿Por qué ha de sorprendernos un suceso como su venida? (I Tesalonicenses 5:4) De antemano se nos dice que los sucesos que vienen sobre la tierra son la hora de la prueba, un tiempo de tribulación sin precedentes (Mateo 24:21). Se nos dice que la maldad organizada políticamente será capaz de entregarle la autoridad sobre las naciones a un gobernante terrible que diezmará al mundo en una agenda anticristiana y diabólica (Apocalipsis 17:13)(Apocalipsis 13:15). Se nos dice que vienen terribles sucesos sobre la tierra (Apocalipsis capítulos 6 al 20). Sin embargo, frente a este escenario oscuro o lóbrego que se avecina Dios le promete a la iglesia la esperanza de su venida (I Tesalonicenses 2:1) (I Corintios 15:52). El arrebatamiento o rapto donde llevará a la iglesia a las moradas del Padre (I Tesalonicenses 4:17). Para reunirnos con Jesucristo en ese día, el nos pide que velemos, oremos y estemos preparados, de lo contrario lo que nos espera es la tribulación en esta tierra cuando venga el antimesias (Apocalipsis 2:22) (Lucas 21:36) (Marcos 13:35). El mundo se encargará de tratar de halar al ser humano con toda clase de ofertas sensacionales y atractivas y hará y tratará de hacerte ver los temas de Dios como algo aburrido y sin atractivo. Finalmente, lo que aparentaba ser muy atractivo condujo al vacío, a la desesperanza y a la tribulación. En cambio, buscar a Dios trae vida y paz. Hoy, podemos permanecer como si nada sucediera ignorando todas las advertencias y siendo tragados por toda clase de entretenimiento y entontecimiento que ofrece el mundo o podemos tomar una acción responsable y preparar nuestra vida para el regreso del Mesías (Lucas 12:35-59).