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domingo, 4 de diciembre de 2011

La Biblia no es un libro de conjuros ni de palabras mágicas

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Existe cierta corriente moderna infiltrada en las iglesias cristianas que sutilmente están distorsionando el mensaje cristiano y presentándolo como si la Biblia fuera alguna clase de libro de conjuros o declaraciones para cambiar el ambiente. Si bien es cierto que en Jesucristo, el hombre obtiene salud, prosperidad, victoria, redención y toda clase de cosas positivas cuando recibe al salvador, también tenemos que tener cuidado y no caer en trampas religiosas de corrientes modernas.

La fe bíblica trata de la redención del hombre por medio de un salvador divinamente escogido. Cuando el hombre, siendo creación de Dios, se apartó de su camino a causa de la desobediencia, Dios ideó un plan de salvación. El plan consistía en venir a la tierra como hombre. Dios tomaría humanidad y se sacrificaría para pagar el precio por todos los hombres. De esta forma Cristo vino y sufrió el castigo que nos correspondía a nosotros los pecadores. De esta manera, Cristo, cuando el hombre tiene fe en él, le otorga la salvación y lo emblanquece por medio de su sangre derramada. Aquel que tiene fe en Cristo, deposita en Dios su confianza y dirige hacia el Padre en el nombre de Jesús toda clase de peticiones. Se trata de una relación de amistad entre un rey (Cristo) y los siervos (nosotros). En esta amistad, permanece Dios como soberano y el hombre aunque con el privilegio del acceso y la entrada a la presencia de Dios, todavía continua como creación, por lo que nos corresponde el ruego, el clamor y la súplica, para que sean atendidas nuestras oraciones.

La Biblia no es un libro de autoservicio. Es decir, no nos hacemos libres a nosotros mismos por medio de la declaración de la Palabra. En cambio, Dios promete hacernos libres cuando ponemos nuestra fe en su poder y le pedimos. Existe una línea muy fina que separa lo que dice la Biblia y ciertas prácticas modernas que pasan como "fe". La fe bíblica elimina el "yo" y en su lugar coloca a Cristo. Es decir, en vez de decir: "yo esto..." "yo aquello", lo que realmente dice es: "Dios te pido esto o aquello". De igual forma, la fe bíblica no es un autoservicio mágico. Es decir, la fe bíblica no es un siempre si, tampoco es una respuesta a pedir de boca, en cambio, se trata de una relación con nuestro rey, donde nuestro rey (Cristo) tiene la última palabra, y a veces su respuesta es no. Pablo afirma que le fue dado un aguijón el cual rogaba a Cristo que lo quitara, en cambio Cristo no le dio lo que él quería como él quería. De la misma manera vemos a un Timoteo al cual Pablo le aconseja usar remedios naturales para que tratara sus problemas estomacales. En ninguno de los dos casos vemos ejemplos de una fe de autoservicio donde el hombre declara y obtiene lo que quiere como quiere. En cambio, el ejemplo bíblico es a dirigir nuestras oraciones a Dios para que él determine lo que da o deja de dar.

En la fe bíblica no es el hombre quien se declara a si mismo libre por medio de declaraciones y decretos sino que el hombre clama a Cristo con fe y es Cristo quien lo hace libre.

La corriente moderna afirma "Yo declaro" "Yo decreto". La Biblia nos ordena: "Clama a Mí y yo te responderé" (Jeremías 33:3) Vemos a menudo el ejemplo bíblico: “clama”, “espera”.

La corriente religiosa moderna se proclama "todopoderosa" afirmando que poseen la fe de la Biblia, para esto afirman que decretan ordenando sanidad, prosperidad, y toda clase de cosas, utilizando la Biblia como base. Se presenta como alguna clase de fe donde no hay lugar para el no. Es decir, propone que el hombre lo puede obtener todo si clama con fe. Sé que usted dirá, "¿no es esto lo que enseña la Biblia?" La Biblia afirma que Dios responde nuestras oraciones. Se trata de una relación de amistad donde Dios escucha, atiende y responde. En algunos casos, Dios puede retener una respuesta, incluyendo nuestra sanidad cuando existe una razón. Ese fue el caso del aguijón de Pablo y de la enfermedad estomacal de Timoteo. Es decir, a veces, dentro de la óptica bíblica, Dios puede decir, simplemente "no". y el hombre se tiene que atener a la voluntad de Dios. En cambio, hay que tener cuidado con ciertas ideas modernas que afirman que todo se logra por medio de la "palabra hablada", "declaraciones", o tratar de inculpar a alguien enfermo cuando permanece en alguna enfermedad. A veces no se trata de ausencia de fe, porque he visto personas con toda la fe del mundo partir de esta tierra a causa de alguna enfermedad.

La Biblia está para alumbrarnos el camino, dirigirnos en una relación de amistad con Cristo. Nunca se puede utilizar la Biblia como si se tratara de un libro de conjuros para formar un mundo ideal a pedir de boca.

Dios promete responder nuestras oraciones cuando vamos a él con temor reverente. Dios está dispuesto a atender todas las facetas de nuestra vida. Dios como nuestro dueño tiene la última palabra en la respuesta. El sabe si darnos salud nos hará bien y también sabe si abstenerse de darnos salud también nos hará bien en alguno de sus propósitos. En el caso de Pablo, le fue dado un aguijón, pero ese aguijón tenía un propósito, y se nos dice: "Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad". (II Corintios 12:7-9) Esta realidad, nos dice que Dios en su infinito poder puede decir no. Esto es muy diferente a la corriente moderna que propone un autoservicio y creación de un mundo ideal utilizando la Biblia. Tengamos cuidado.
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