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domingo, 13 de diciembre de 2009

El Buen Pastor versus el asalariado (El ministerio verdadero versus los mercaderes)

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El Señor Jesucristo hizo una clara distinción entre la obra del Buen Pastor y la obra de aquellos que fungen como ministros de Dios pero obrando con fingimiento. Dijo Jesús:

“Yo soy el Buen Pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas”. -Juan 10: 11-13
Claramente se nos está diciendo que tanto el buen pastor así como el asalariado están en una relación muy cercana con las ovejas. Ambos fungen o hacen la labor de dirección y ministerio con las ovejas. Sin embargo, frente a ambos ministerios o servicio, Jesús hace notar una gran diferencia entre lo que es verdadero y lo que es falso o fingido. Esta es la diferencia que hizo Jesús.

El buen pastor:

1) Da su vida por las ovejas
2) No pone un sueldo como requisito para el cuido de las ovejas
3) Cuida las ovejas de las intenciones malignas de los lobos
4) Le importa el bienestar de las ovejas
5) Posee amor genuino por las ovejas
6) Su propósito es puro y agradable
7) Su fin es de vida
El asalariado:
1) Pone un sueldo como un requisito para su servicio
2) No cuida eficazmente a las ovejas de los peligros
3) Le importa el bienestar propio
4) Su labor termina donde termina lo que considera su sueldo.
5) Finge amor por las ovejas que se hace evidente en su falta de cuidado
6) Sus propósitos están contaminados
7) Su fin es de muerte
Sobre la contaminación de propósito
Cuando hay una contaminación de propósito, hay un manejo erróneo del gobierno de la iglesia. Es decir, no se hará el trabajo de forma sincera ni eficientemente. La autocomplacencia llegará tan pronto el líder recibe el salario terrenal ya que considera ha tenido su recompensa.

El apóstol Pedro con voz profética le advierte a la iglesia sobre el tiempo donde gente que se congregan dentro de la iglesia no sufrirían la sana doctrina y no solo eso, sino que se levantarían hombres quienes harían mercaderías de los creyentes. Dice en II Pedro 2:3

“y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme”.

Debemos notar que implícitamente se nos dice que dichos falsos profetas entrarían de la misma manera que entró Diótrefes dentro del cuerpo de Cristo (III Juan 1:9-10). Encubiertamente lograrían posicionarse como líderes dentro del cuerpo de Cristo para desde allí servir de estorbo a la obra de Dios. El apóstol Pedro, en su segunda carta nos dice que el motor o fuerza de los que fungen como ministros sin serlo, lo es el interés económico. El deseo de hacer riquezas por medio del uso del evangelio para un fin carnal. La avaricia se define como “apego a las riquezas sobre cualquier cosa” y la “codicia”. El simple hecho de que el asalariado proponga en su corazón obtener riquezas de lo que se supone sea un ministerio o servicio social desinteresado a favor de las almas, lo convierte en un propósito contaminado que no es del agrado de Dios. En la Biblia quedó registrado el momento histórico cuando Jesús volcó las mesas del templo al ver las mercaderías que se hacían dentro haciendo de la casa de Dios y echando a un lado el principal propósito de Dios. Este simple hecho debería servir a todos de advertencia para que no se mezcle el santo propósito del evangelio con las metas de la avaricia y de enriquecimiento o lucro personal. Dice Pedro:

y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas”

¿Qué significado tienen estas palabras? No, no se trata de la venta de personas o la venta de esclavos. A lo que se está refiriendo es a la intención maligna de usar el evangelio como una fuente de ganancia (I Timoteo 6:5; II Pedro 2:3; Juan 10:12-13). Es decir, se levantarían hombres cuyo principal propósito dentro de las congregaciones sería buscar la oportunidad para sacar provecho económico del Cuerpo de Cristo como meta principal. Para lograrlo deberían fingir y fungir como ministros de Dios (Rom. 12:9) El dinero y su uso en la iglesia nunca fue la meta ni el objetivo dentro de la iglesia, sin embargo, siempre fue una herramienta para facilitar la obra de Dios, el sustento de los pastores y para brindar recursos para el servicio social. La Biblia autoriza el recaudo de dinero para proveer a los líderes que hacen un trabajo social y de gobierno de la iglesia. Sin embargo, nunca el dinero fue el objetivo de la predicación. Ni mucho menos, los evangelistas predicaban con la idea de ser gravosos a las congregaciones. En cambio, su principal motivos era predicar a Cristo y que el amor de Dios alcanzara a la mayor cantidad de gente. Cuando existe en el corazón de los líderes un deseo oculto de obtener dinero a cambio de una predicación, entonces lo que existe es una contaminación de propósito y una visión errónea de la predicación. El apóstol Pablo recomendaba que se recogieran ofrendas, pero que no fueran en el momento de su visita (I Cor. 16:2). Es decir, la predicación no podía presentarse a la gente como si se tratara de un objetivo comercial, ya que el propósito del evangelio lo es mostrar el amor de Dios a todas las almas sean pobres o ricas. El simple hecho de poner la mirada en las riquezas de la gente que se congrega es visto por Dios como obra de personas injustas. Se nos dice:
“Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?” -Stg. 2:1-4

Este texto nos dice que no basta con estar encumbrado en un puesto de autoridad sobre la iglesia. Ya que claramente se nos dice que si los líderes pusieran su mirada en las riquezas de un hombre rico que entra a la congregación, entonces ese desvió de la mirada hacia las riquezas los colocaría en la categoría de “jueces con malos pensamientos”. A Dios no le importan los títulos, ni las posiciones, él lo que busca son verdaderos adoradores y siervos. Del texto anterior podemos aprender la lección que nos indica que aun dentro de los ministerios existe una línea fina que no debe ser traspasada por ninguno que anhele agradar a Dios. La línea de contaminación de propósito. Esa línea que separa lo real de lo fingido, lo que es de Dios de lo que es una obra de hombre, lo que es para Dios de lo que es para los hombres. Dice el profeta Miqueas:

"Sus jefes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero; y se apoyan en Jehová, diciendo: ¿No está Jehová entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros". (Miqueas 3:11)

Hoy tenemos la luz de la Palabra de Dios que nos alumbra el camino frente a tanta oscuridad y apostasía moderna. Muchas veces, lo que la Biblia advierte como peligroso, es tenido como aceptable dentro de muchas congregaciones.
Conceptos erróneos del evangelio
Hay quienes justifican el que se usen métodos comerciales o sacados de redes multiniveles (MLM) y se apliquen a la vida de la iglesia. Personas con ideas erradas han venido a introducir conceptos comerciales “para la multiplicación de las almas”. Dichos “modelos de evangelismo” poseen el mismo cuerpo de filosofía de las redes de mercadeo. Algunos de los elementos de los talleres de las redes de mercadeo son:
1) Hacer que cada persona idealice su sueño personal. Ese sueño personal será el motor para todo lo demás. En el caso de las redes de mercadeo se le sugestiona en la mente a las personas que el fruto de su trabajo será la libertad financiera, la casa de los sueños, el auto deportivo que desean y cosas semejantes a estas.
2) Se infunde toda una gama de filosofía positiva que va acorde con el sueño personal. Estos son los aspectos de ganar y discipular.

3) Todo aquello que pudiera desviar del propósito de conseguir ese sueño personal será considerado como la “energía negativa” que hay que evitar. Todo razonamiento opuesto a sus metas será considerado como dañino. Los seguidores de esa filosofía evitarán entrar en diálogo con aquellos que se muestren insistentes en enfatizar los aspectos adversos a sus metas.
4) Luego que una persona es educado dentro de ese cuerpo de filosofía, será adiestrados para ganar a otros en los cuales impregnar sus conocimientos y sus ideas. Luego le sigue la labor de consolidación y de envió a otros para hacer lo mismo.

El ganar nuevos adeptos para discipularlos es parte del evangelio y también es parte de las demás sectas. El que un grupo tenga éxito atrayendo gente no significa que tenga la verdad o que el grupo por mayor gente tenga mayor peso para con Dios. La Biblia es clara, la iglesia de Dios es un pequeño remanente en el mundo ya que son pocos los que andan en buen camino angosto y andan por el. En tiempos de Jesús, los fariseos se esforzaban mucho por ganar adeptos, pero Jesús les fue claro:

"!!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros". (Mateo 23:15)

Entonces, Dios espera algo más que ganar gente. Dios espera que sean conducidos a la verdad.
5) Es aquí donde entran los aspectos multiplicadores. Los aspectos multiplicadores consisten en que cada persona consiga a otros miembros y los conduzcan a los pasos de ganar, consolidar, discipular y enviar. Es decir, si un líder consigue a 3 personas y las educa, estas 3 conseguirán otras 3 y así sucesivamente se multiplicará la pirámide 3 x 3 x 3 x 3 x 3 hacia el infinito. Lo mismo con cualquier número que el líder principal ponga al comienzo, sea 7 o 12.
Aspectos que se parecen al mover de la iglesia
Las redes de mercadeo poseen aspectos parecidos a la dinámica que hay en la iglesia. En la iglesia de Cristo hay una ganar de almas, hay discipulado, hay consolidación y hay misiones. Usted dirá, si existen elementos muy parecidos, ¿dónde está la diferencia? ¿Qué separa una red de mercadeo con sus elementos de una iglesia y sus elementos?
La diferencia de una red de mercadeo y la iglesia estriba en la misma diferencia y distinción que hizo Cristo entre el buen pastor y el asalariado. Fijémonos que tanto el buen pastor así como el asalariado hacen una labor similar. Ambos tienen un ministerio, ambos tienen un mensaje, ambos tienen un propósito y ambos procuran alcanzar a la gente. La diferencia consiste en que el buen pastor posee algo interno real que el asalariado no posee. El asalariado está lleno en su interior de propósitos contaminados de lucro personal, en cambio, el buen pastor se pone en el lugar de la oveja y sufre con ella. El buen pastor ama las ovejas y daría su vida por ellas, en cambio el asalariado ve las ovejas como un número más y su mente está puesta en cantidades y no en las inquietudes personales de un individuo. El buen pastor sufre cuando una oveja se aparta del redil, en cambio el asalariado la tiene en poco y se siente complacido cuando otro número ocupa el lugar de la que se fue. Al buen pastor le importa de forma sincera el bienestar de cada individuo, el asalariado le importa de forma sincera las ganancias que pueda sacar del grupo grande que ha creado por la “labor que realiza”. El buen pastor se preocupa por el bienestar de cada oveja, el asalariado se preocupa por el bienestar personal.
La red de mercadeo versus la vida de la iglesia (La cizaña y el trigo)
Ya hemos visto que existe una diferencia entre la labor del buen pastor y la de los asalariados. Ambos hacen cosas parecidas pero no es igual. De la misma manera la Biblia nos dice que la cizaña venenosa es similar al trigo, crecen juntas pero son diferentes. Podrán existir multitudes de gentes, pero esas multitudes de gente no necesariamente corresponden a lo que constituye la iglesia de Cristo. Esto sucede en todos los aspectos tales como: los 5 ministerios, templos, congregaciones, cantantes y líderes. Jesús dijo claramente en la parábola de las 10 vírgenes que hay una diferencia entre la prudencia y la insensatez. No se trata de un grupo de gente que meramente llena un espacio vació. Jesús dijo que aquellos que posean lo necesario y estén apercibidos serán los que se irán con él. Fijémonos que en Mateo 25 se nos dice que la cantidad de las vírgenes era similar. Esto nos dice que son dos individuos dentro de un mismo grupo. ¿Qué poseían los que se fueron? Estas tomaron aceite para sus lámparas. El aceite y las lámparas están ligados al cumplimiento de los mandamientos de Dios y su aplicación en nuestra vida por medio del Espíritu Santo. No se trataba de personas que obraban por obrar, sino que poseían a Dios mismo dentro de ellos. ¿Qué les faltó a las insensatas? Aunque a los dos grupos se les llama “vírgenes”, símbolo de que estaban reconocidas como parte de una congregación, estas tenían una apariencia que no concordaba con su interior. De la misma manera que el interior de los asalariados es muy diferente al interior del buen pastor, de la misma manera las vírgenes insensatas son diferentes a las vírgenes prudentes. Lo mismo sucede con todo aquel “ministerio” que surja de intenciones que no corresponden a lo establecido por Dios en la santidad de su Palabra.
Preguntas que debemos considerar para hacer una separación entre aquello que dice ser verdadero y lo que simplemente no lo es:
1) ¿El motivo de la predicación es el amor genuino expresado en una búsqueda esforzada sobre cada persona de la misma manera que Cristo dio el ejemplo del pastor que va en búsqueda de una oveja, la encuentra, la sana y la ayuda?

2) ¿Hay un servicio social visible manifiesto en el amor por las almas?

3) ¿Hay un desinterés económico no lucrativo en el servicio a Dios y al prójimo?

4) ¿Existe un impacto social verdadero reconocido por la sociedad?

5) ¿Existe en algún rincón del corazón del ministro el recibir dinero a cambio de su servicio?

6) ¿Se le puede poner un precio terrenal al servicio en la obra de Dios a favor de los hombres?


Recordemos lo que nos dice la Biblia, el dinero en si mismo no es malo, en cambio, el amor al dinero es la raiz de todos los males y la razón de la crisis actual social.



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