Recientemente me encontraba viendo en la televisión el filme “Fighting Temptation”. Se trata de una película donde sale la cantante Beyoncé y Cuba Gooding Jr. El filme trata sobre un concurso de canto donde el ganador haría una obra benéfica. Una iglesia compite por el premio y para poder ganar recurren a toda clase de personas. Para poder entrar en el coro, los cantantes de diversos trasfondos tienen que someterse a las reglas de la iglesia, incluyendo el bautismo. Parte de la comedia consiste en que algunos de los talentos que consiguieron eran reclusos o prisioneros quienes fueron escoltados para la audición y para su bautismo. Estos prisioneros se resistían al bautismo pero con tal de participar accedieron. El actor Cuba Gooding Jr. muestra una parte donde en el mismo bautismo saliendo del agua, se enciende un cigarro y dice: “Praise the Lord”. Una clara blasfemia para los que conocen el significado del bautismo. En el filme se ven espectáculos de cultos carismáticos. La gente canta, brinca y salta, todo como parte del guión de la película. A lo que quiero llegar con la mención de este filme es que de la misma manera que esa iglesia no era real sino parte de un libreto programado, así mismo mucho del cristianismo moderno suele jugar la misma partida de hipocresía. Cantan, predican, alaban y adquieren fama, todo parte de un libreto que no es real.
Una de las corrientes modernas que domina la mentalidad de las congregaciones es el llamado “mensaje de la prosperidad”. Un mensaje que hace énfasis en pasajes de la Biblia que hablan de riquezas para crear mentes en los feligreses de gente rica y que vive en comodidades. Gastan demasiado tiempo de sus predicas creando mundos ideales y orientando a sus oyentes a gastar su tiempo imaginando casas lujosas, cuentas de banco repletas de dinero, bienes terrenales a granel y toda clase de cosas sublimes. Todo siempre justificado por la frase: “somos hijos de un rey, vivimos como reyes”.
Ahora, el verdadero sentido de la oración, será suplantado por toda clase de vanidades. Estos ejemplos de lo que hablan es de deterioro de la religión. De cómo se tuerce la Biblia para obtener beneficio. Jesucristo vino a hablar de compasión, de amor al prójimo, de compartir, de hacer el bien.
Mientras hay un cristiano que ora por un auto lujoso, en otra parte hay una mujer pobre en un lugar deplorable caminando a la orilla del mar rogándole a los pescadores por pedazos de pescado para alimentar a su pequeño hijo.
Mientras hay un cristiano que ora una casa lujosa a pedir de boca, en otra parte del mundo hay miles de personas que huyen sin rumbo a causa de la persecución, la guerra, el hambre, la injusticia y toda clase de maldades.
Mientras en una parte del mundo la iglesia duerme inmersa en vanidad y materialismo, en otra parte son otros los que lloran a causa de las violaciones, los abusos, el hambre y el abandono.
Lo graciosos de este espectáculo religioso moderno es que tienen a Cristo en sus bocas, y creen agradarle, pero sencillamente nunca lo han conocido.
La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. (Santiago 1:27)