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La obra de redención ejecutada por Cristo nos abre el camino para entrar en la vida que proviene de Dios y caminar un nuevo camino de santidad. Dios por medio de su sangre derramada en la cruz nos lavó, redimió y justificó, de tal forma que hace de nosotros vasos donde Dios puede morar. Si escuchamos la voz de Dios y obedecemos sus mandamientos venimos a ser vasos de honra, en cambio si solo escuchamos y no somos hacedores, entonces venimos a ser meros oidores sin valor alguno. La redención completa de Dios incluye que aceptemos el amor de Dios por medio de su Hijo, recibamos el perdón de nuestros pecados y el lavar por su sangre. Una vez limpios Dios envía su Espíritu Santo quien viene a hacer morada en nuestro interior junto con el Padre y el Hijo.
Nuestra responsabilidad como cristianos es mantenernos firmes en nuestra fe, fidelidad y obediencia a Dios para que seamos agradables a Dios. Tenemos un enemigo común que tiene como meta usurpar el lugar de Dios y procurar que los hijos de Dios vayan en pos de un camino erróneo y diferente. El enemigo estará merodeando al hombre para tentarlo e invitarlo a apartarse de la voluntad de Dios. Cuando el hombre se aparta de la voluntad de Dios, sea quien sea el hombre, se convierte en uno con el Diablo.
Tenemos el caso de Judas, quien siendo un hombre que caminó muy cerca de Cristo se convirtió en uno con el maligno, le entregó con un beso y finalmente recibió el pago por su desvío (Mateo 14 y 26). Este ejemplo debe servirle de advertencia a todos los creyentes y entender que aquel que piense estar firme mire de no caer en los lazos del diablo (I Cor. 10:12).
El propio Pedro, en un momento de su vida se comportó como uno con el Diablo y Jesús tuvo que decir:
!!Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. (Mateo 16:23)
Estamos hablando de santos. Gente que caminaron con Cristo. Unos reaccionaron a tiempo y otros perecieron en el camino. Dios como omnisciente sabe si somos de su agrado o somos un estorbo en el camino de Dios. Unos predican de forma sincera, otros predican por pretexto y contienda. Pablo se encontró en su camino a personas dentro de las congregaciones que no tenían una actitud sincera hacia Dios y nos dice:
Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún. (Filipenses 1:15-18)
Finalmente, Dios hará la separación de aquellos siervos fieles y de aquellos cabritos que no pertenecen al rebaño de Dios. En este mundo dominado por la apariencia, donde lo que parece ser no es, Dios promete un día de separación, donde lo que realmente significa algo para él lo tomará en sus manos y aquello extraño será lanzado a las tinieblas de afuera donde hay solo lloro y crujir de dientes. Dice:
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. (Mateo 25:31-41)
Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. (Lucas 3:17)
La parábola del trigo y la cizaña nos dice que no todo lo que parece ser lo es, en cambio Dios conoce.
El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. (Mateo 13:38)
Finalmente Dios hará la separación:
De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. (Mateo 13:40)