Dios levantó al apóstol Pablo para edificar la iglesia naciente en diferentes lugares como las siete iglesias de Asia, así como en otras localidades. Sus cartas iban dirigidas a las iglesias que estaba en Roma, Corinto, Galacia, Efeso, Filipos, Colosas, Tesalónica, entre otros lugares. En Corinto, Pablo se encontró con necios acusadores quienes le tildaron de cobarde, mundano y débil. Pablo tuvo que defender su ministerio frente a personas quienes infiltrados dentro de la grey de Dios se dedicaban a dudar de su ministerio. La Palabra de Dios le fue dada a Pablo y con el poder de Dios refutaba a sus detractores. Sorprende la lastimosa realidad que nos habla de una iglesia donde acusadores logran la entrada fácilmente y se entremezclan entre los santos vestidos de ovejas. Pablo pudo identificarlos y les hizo frente con la palabra de verdad. Sin embargo, no deja de ser doloroso que esas personas antagónicas al mensaje paulino hubieran ganado terreno de tal forma que eran cizaña en medio del pueblo. Pablo dijo:
“Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.” (II Corintios 12:15)
Sus palabras eran testimonio que él andaba en la verdad, mientras que algunos en el cuerpo estaban siendo dirigidos erradamente por personas con la visión nublada. Pablo les hizo ver que aun en su cuerpo ell llevaba las marcas del evangelio y cumplían todos los requisitos de un verdadero apóstol versus sus falsos acusadores. A veces, en el ministerio dado por Dios nos toparemos por gente que no recibe el amor de Dios y quienes se oponen a Cristo mismo, aun dentro del cuerpo. Como Pablo, se gastaba a favor de otros, y esos otros, le pagaban con menosprecio. Pablo les dio ejemplo de amor, predicándoles de forma gratuita y demostrando que aquellos que acusaban falsamente, estaban errados. A veces, Dios nos pone en circunstancias donde damos amor y como respuesta, no se recibe lo esperado, sin embargo, debemos mantenernos firmes en nuestra vocación a la que fuimos llamados.