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Hoy aun alegado "apóstol" publicó un tema en Facebook bajo el logo "Decreto esto y aquello...". Comenté debajo de su tema preguntándole humildemente a dicha persona que me mostrara las bases bíblicas neotestamentarias para semejantes ideas. Es decir, toda práctica que tengamos tiene que tener una base bíblica. El hombre me contestó y me dijo que tenía de parte de Dios la autoridad para "decretar". Es por esto que ahora vemos a los llamados "apóstoles modernos" decretando bienes materiales, riquezas, prosperidad, esto y aquello. Sé que el tema atrae a mucha gente y más en estos tiempos de crisis. ¿A quién no le agrada escuchar palabras como: "Decreto que te llega dinero de una manera milagrosa a tu cuenta de banco..." y cosas semejantes a estas...? El asunto es que ante mi humilde pregunta en público, el hombre me respondió en privado afirmando que discutiríamos el tema, sin embargo, borró los mensajes públicos para que nadie los viera.
El punto que le expuse fue el siguiente:
Creo que Dios nos ha dado la confianza para pedir todo lo que deseemos en el nombre de Jesús. Creo que Dios contesta todas nuestras oraciones cuando vamos a él en oración reverente y le hacemos conocer nuestro pedido. Dios siendo todopoderoso puede afectar nuestro mundo por medios naturales y sobrenaturales como respuesta a nuestro clamor, ruego, oración y pedir.
Donde entro en conflicto, es en el hecho de cambiar ese intenso clamor en el cual Dios nos oye, por una actitud arrogante, necia y antibíblica de "decretar". (Vea el tema: Decretar u ordenar ¿Es lo mismo que pedir, rogar y clamar?)
Hay un sólo Dios en los cielos al cual van dirigidas todas nuestras oraciones. Dios atiende nuestro clamor y responde. Es decir, Dios atiende a nuestro clamor y decreta a nuestro favor. El que Dios sea el que decrete es muy diferente a que el hombre mismo crea que tiene el poder para usurpar el lugar de Dios.
Existe una gran diferencia entre el ir en oración humilde ante Dios y pedirle que nos escuche y responda versus una oración altanera que pretende igualar el hombre a Dios.
Creo que Dios responde, pero no obedece. Estuve buscando en mi Biblia en el Nuevo Testamento algún texto que diga: Yo decreto esto o aquello", pero no lo encontré...
Otra cosa, debemos tener cuidado ante la cantidad de falsos profetas que han salido por el mundo en los últimos días.
Sé de casos en los cuales alegados "apóstoles y profetas" se han dedicado a hacer las siguientes afirmaciones:
"Decreto que tus finanzas se liberan de tal forma que llega mucho dinero a tu cuenta de banco de forma milagrosa"
"Antes de que pase la fecha "X" o "Y" recibirás esa bendición monetaria que esperas..."
Llegan las fechas, no sucede nada y las víctimas quedan frustradas. Luego los "profetas" cambian las fechas para anunciar nuevas "bendiciones"...
Tengamos cuidado.
"De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré".(Juan 14:12-14)
EL EJEMPLO DADO POR JESUCRISTO
"Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén". (Mateo 6:9-12)
De nuevo, no veo el decreto por ningún lado, sino una actitud sumisa hacia Dios.
Un ejemplo de oración lo vemos en los apóstoles:
"Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que por boca de David tu siervo dijiste: Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios". (Hechos 4:27-31)
De nuevo, no veo el decreto por ningún lado, sino una actitud sumisa hacia Dios.
La premisa de los que predican "el decreto" parece ser: "ya que somos hijos de un rey, eso nos convierte en reyes los cuales deben tener toda clase de riquezas en esta tierra, incluyendo el decretar sobre las cosas...". Sin embargo, ese mismo Dios que nos hizo reyes y sacerdotes para Dios también nos dice claramente:
Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. (I Timoteo 6:8) El hecho que Dios nos introduzca en una nueva vida no significa que usted irá en pos de riquezas terrenales como meta. De la misma manera, el hecho de que usted sea hijo de un rey, esto no lo coloca a usted como aquel que decreta las cosas, sino que usted se debe a Dios.
Veamos el ejemplo de Pablo:
"Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo". ( II Cor. 12:7-9)
Si la falacia del "decreto" fuera cierta, Pablo hubiera dicho: "No, yo soy hijo de un rey. Yo no tengo porque estar siendo abofeteado de esta manera..." "Yo decreto que desaparece ese aguijón", "Esto no es compatible con la vida de un cristiano...". En cambio, Pablo no dice tal cosa. Pablo dice: "respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor".
Aquí está la diferencia, los hijos de Dios no usurpan el lugar de Dios sino que reconocen su grandeza. No son quienes para decidir sobre sus asuntos en lugar de Dios, sino que en El esperan.
Cuidado con las falacias modernas que conducen a los hombres a creerse semidioses.
Cuando engrandecemos a Dios con nuestra alabanza, Dios actúa a nuestro favor en todos los sentidos.
Dice:
"Cantad a Jehová cántico nuevo; Su alabanza sea en la congregación de los santos. Alégrese Israel en su Hacedor; Los hijos de Sion se gocen en su Rey. Alaben su nombre con danza; Con pandero y arpa a él canten. Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; Hermoseará a los humildes con la salvación. Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos, para ejecutar venganza entre las naciones, y castigo entre los pueblos; Para aprisionar a sus reyes con grillos, y a sus nobles con cadenas de hierro; Para ejecutar en ellos el juicio decretado; Gloria será esto para todos sus santos. Aleluya". (Salmo 149)
Pero no cualquier alabanza. Dios no recibe una alabanza contaminada de otros propósitos. Hoy en día, pareciera que las alabanzas de muchos viene enredadas de "artistas", estilos y géneros que se conducen hacia las masas envueltos en ritmos bailables que más bien pareciera que tiene el propósito de fama, vanagloria y cosas opuestas al verdadero propósito de Dios. Cuidado con esto.
Cuidado con las sutilezas huecas
"Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo". (Col. 2:8)
Las sutilezas huecas son esas medias verdades que apartan de la verdad y conducen a los creyentes a ir en pos de actitudes rebeldes y contrarias a la voluntad de Dios. Creyendo ser aceptos vienen a ser reprobados.
La realeza que proviene de Dios
Dicen ellos: "Decretamos porque somos reyes...". Los alardes de grandeza no provienen de la realeza que da Dios cuando somos redimidos. Con falacias entontecen las mentes de sus víctimas. Hablan de carros, casas, prendas de oro y plata, vestimentas costosas por la cual juzgan y miden la "prosperidad" de la gente. Estas falacias no concuerdan con la verdad de la realeza de aquel rey que vino a nacer en un pesebre. Juzgar las riquezas terrenales como si se tratara del significado de la vida es errar. (Lucas 12:15)
La realeza que da Dios no se evidencia haciendo alardes de decretos, exhibiciones de cosas materiales, prendas, oro, plata, autos, etc. sino en demostrar que somos hijos de Dios por medio de obras de bien.
Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. (Mateo 23:12)
Cuando Dios congregue a sus hijos probablemente aquellos que vivían como reyes en la tierra, vengan a ser miserables, y los que parecían pobres eran los verdaderamente ricos.
"Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado". (Lucas 16:19-25)
Más allá de alardes de realeza
Mientras los "apóstoles" de hoy hacen alardes de riquezas materiales y de decretos arrogantes, en cambio, el ejemplo dado por Cristo es el de servicio y humildad. Dice:
"sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos. Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis". (Juan 13:3-17)
La parábola del juez y la viuda ¿Decretando como reyes o clamando y rogando al Rey como siervos?
Esta parábola nos muestra lo que Dios espera de nuestra fe hacia él en momentos de necesidad. Nos habla de una oración y ruego persistente e insistente. Reconociendo que es del rey de quien procede nuestra respuesta cuando él así lo quiera.
"También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?" (Lucas 18:1-8)
Por ningún lado veo la "teología del decreto en esto", sino una actitud de súplica, oración, y espera en respuesta de parte de Dios.
"Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces". (Jeremías 33:3)
Hoy aun alegado "apóstol" publicó un tema en Facebook bajo el logo "Decreto esto y aquello...". Comenté debajo de su tema preguntándole humildemente a dicha persona que me mostrara las bases bíblicas neotestamentarias para semejantes ideas. Es decir, toda práctica que tengamos tiene que tener una base bíblica. El hombre me contestó y me dijo que tenía de parte de Dios la autoridad para "decretar". Es por esto que ahora vemos a los llamados "apóstoles modernos" decretando bienes materiales, riquezas, prosperidad, esto y aquello. Sé que el tema atrae a mucha gente y más en estos tiempos de crisis. ¿A quién no le agrada escuchar palabras como: "Decreto que te llega dinero de una manera milagrosa a tu cuenta de banco..." y cosas semejantes a estas...? El asunto es que ante mi humilde pregunta en público, el hombre me respondió en privado afirmando que discutiríamos el tema, sin embargo, borró los mensajes públicos para que nadie los viera.
El punto que le expuse fue el siguiente:
Creo que Dios nos ha dado la confianza para pedir todo lo que deseemos en el nombre de Jesús. Creo que Dios contesta todas nuestras oraciones cuando vamos a él en oración reverente y le hacemos conocer nuestro pedido. Dios siendo todopoderoso puede afectar nuestro mundo por medios naturales y sobrenaturales como respuesta a nuestro clamor, ruego, oración y pedir.
Donde entro en conflicto, es en el hecho de cambiar ese intenso clamor en el cual Dios nos oye, por una actitud arrogante, necia y antibíblica de "decretar". (Vea el tema: Decretar u ordenar ¿Es lo mismo que pedir, rogar y clamar?)
Hay un sólo Dios en los cielos al cual van dirigidas todas nuestras oraciones. Dios atiende nuestro clamor y responde. Es decir, Dios atiende a nuestro clamor y decreta a nuestro favor. El que Dios sea el que decrete es muy diferente a que el hombre mismo crea que tiene el poder para usurpar el lugar de Dios.
Existe una gran diferencia entre el ir en oración humilde ante Dios y pedirle que nos escuche y responda versus una oración altanera que pretende igualar el hombre a Dios.
Creo que Dios responde, pero no obedece. Estuve buscando en mi Biblia en el Nuevo Testamento algún texto que diga: Yo decreto esto o aquello", pero no lo encontré...
Otra cosa, debemos tener cuidado ante la cantidad de falsos profetas que han salido por el mundo en los últimos días.
Sé de casos en los cuales alegados "apóstoles y profetas" se han dedicado a hacer las siguientes afirmaciones:
"Decreto que tus finanzas se liberan de tal forma que llega mucho dinero a tu cuenta de banco de forma milagrosa"
"Antes de que pase la fecha "X" o "Y" recibirás esa bendición monetaria que esperas..."
Llegan las fechas, no sucede nada y las víctimas quedan frustradas. Luego los "profetas" cambian las fechas para anunciar nuevas "bendiciones"...
Tengamos cuidado.
"De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré".(Juan 14:12-14)
EL EJEMPLO DADO POR JESUCRISTO
"Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén". (Mateo 6:9-12)
De nuevo, no veo el decreto por ningún lado, sino una actitud sumisa hacia Dios.
Un ejemplo de oración lo vemos en los apóstoles:
"Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que por boca de David tu siervo dijiste: Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios". (Hechos 4:27-31)
De nuevo, no veo el decreto por ningún lado, sino una actitud sumisa hacia Dios.
La premisa de los que predican "el decreto" parece ser: "ya que somos hijos de un rey, eso nos convierte en reyes los cuales deben tener toda clase de riquezas en esta tierra, incluyendo el decretar sobre las cosas...". Sin embargo, ese mismo Dios que nos hizo reyes y sacerdotes para Dios también nos dice claramente:
Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. (I Timoteo 6:8) El hecho que Dios nos introduzca en una nueva vida no significa que usted irá en pos de riquezas terrenales como meta. De la misma manera, el hecho de que usted sea hijo de un rey, esto no lo coloca a usted como aquel que decreta las cosas, sino que usted se debe a Dios.
Veamos el ejemplo de Pablo:
"Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo". ( II Cor. 12:7-9)
Si la falacia del "decreto" fuera cierta, Pablo hubiera dicho: "No, yo soy hijo de un rey. Yo no tengo porque estar siendo abofeteado de esta manera..." "Yo decreto que desaparece ese aguijón", "Esto no es compatible con la vida de un cristiano...". En cambio, Pablo no dice tal cosa. Pablo dice: "respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor".
Aquí está la diferencia, los hijos de Dios no usurpan el lugar de Dios sino que reconocen su grandeza. No son quienes para decidir sobre sus asuntos en lugar de Dios, sino que en El esperan.
Cuidado con las falacias modernas que conducen a los hombres a creerse semidioses.
Cuando engrandecemos a Dios con nuestra alabanza, Dios actúa a nuestro favor en todos los sentidos.
Dice:
"Cantad a Jehová cántico nuevo; Su alabanza sea en la congregación de los santos. Alégrese Israel en su Hacedor; Los hijos de Sion se gocen en su Rey. Alaben su nombre con danza; Con pandero y arpa a él canten. Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; Hermoseará a los humildes con la salvación. Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos, para ejecutar venganza entre las naciones, y castigo entre los pueblos; Para aprisionar a sus reyes con grillos, y a sus nobles con cadenas de hierro; Para ejecutar en ellos el juicio decretado; Gloria será esto para todos sus santos. Aleluya". (Salmo 149)
Pero no cualquier alabanza. Dios no recibe una alabanza contaminada de otros propósitos. Hoy en día, pareciera que las alabanzas de muchos viene enredadas de "artistas", estilos y géneros que se conducen hacia las masas envueltos en ritmos bailables que más bien pareciera que tiene el propósito de fama, vanagloria y cosas opuestas al verdadero propósito de Dios. Cuidado con esto.
Cuidado con las sutilezas huecas
"Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo". (Col. 2:8)
Las sutilezas huecas son esas medias verdades que apartan de la verdad y conducen a los creyentes a ir en pos de actitudes rebeldes y contrarias a la voluntad de Dios. Creyendo ser aceptos vienen a ser reprobados.
La realeza que proviene de Dios
Dicen ellos: "Decretamos porque somos reyes...". Los alardes de grandeza no provienen de la realeza que da Dios cuando somos redimidos. Con falacias entontecen las mentes de sus víctimas. Hablan de carros, casas, prendas de oro y plata, vestimentas costosas por la cual juzgan y miden la "prosperidad" de la gente. Estas falacias no concuerdan con la verdad de la realeza de aquel rey que vino a nacer en un pesebre. Juzgar las riquezas terrenales como si se tratara del significado de la vida es errar. (Lucas 12:15)
La realeza que da Dios no se evidencia haciendo alardes de decretos, exhibiciones de cosas materiales, prendas, oro, plata, autos, etc. sino en demostrar que somos hijos de Dios por medio de obras de bien.
Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. (Mateo 23:12)
Cuando Dios congregue a sus hijos probablemente aquellos que vivían como reyes en la tierra, vengan a ser miserables, y los que parecían pobres eran los verdaderamente ricos.
"Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado". (Lucas 16:19-25)
Más allá de alardes de realeza
Mientras los "apóstoles" de hoy hacen alardes de riquezas materiales y de decretos arrogantes, en cambio, el ejemplo dado por Cristo es el de servicio y humildad. Dice:
"sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos. Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis". (Juan 13:3-17)
La parábola del juez y la viuda ¿Decretando como reyes o clamando y rogando al Rey como siervos?
Esta parábola nos muestra lo que Dios espera de nuestra fe hacia él en momentos de necesidad. Nos habla de una oración y ruego persistente e insistente. Reconociendo que es del rey de quien procede nuestra respuesta cuando él así lo quiera.
"También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?" (Lucas 18:1-8)
Por ningún lado veo la "teología del decreto en esto", sino una actitud de súplica, oración, y espera en respuesta de parte de Dios.
"Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces". (Jeremías 33:3)