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martes, 29 de diciembre de 2009

De Santa Claus, Picapiedra y los vendedores de sueños (Teología de la prosperidad)


Texto para reflexionar:


“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme”. (II Pedro 2:1-3)



Recientemente me encontraba con mis dos hijos viendo un programa de Navidad de las caricaturas de los “Flinstones”. En dicho programa el personaje principal llamado “Fred” o conocido en español como “Pedro Picapiedras” consiguió un trabajo donde tenía que hacer el papel de “Santa Claus” y alegrarle la Navidad a los pequeñuelos. Aunque parezca jocoso, Fred Flinstone dijo una frase que me hizo reflexionar sobre la aceptación del personaje de “Santa Claus” en la sociedad. Siempre me ha sorprendido el auge de esta tradición y como se ha convertido en un ídolo para el hombre. La tradición de Santa Claus surgió en el siglo IV en Turquía. Luego, se ha a creado todo un imperio comercial en torno a dicho personaje. Cuando llega Diciembre son muchas las casas en diferentes países que adornan con ese personaje. Este estudio no lo escribo para dar mi opinión si dicho personaje es positivo o negativo, sino que hubo una frase que graciosamente dijo Fred Flinstone que me resultó una gran verdad y que quiero compartir. En dichas caricaturas y frente a la pregunta que le hacía un reportero cuando hacía el papel de Santa Claus, Fred Flinstone dijo algo muy cierto. La breve conversación fue algo así:


–Dígame, ¿cómo hace usted para que todo el mundo lo quiera? –preguntó el reportero.

–Ah, eso es muy sencillo. Cuando usted le regala a todo el mundo, es muy difícil que se encuentre a un enemigo… dijo Fred Flinstone (disfrazado de Santa Claus).


Esas expresiones me contestaron una pregunta que llevaba en mi mente hacía unos días y era: ¿cómo es posible que un personaje de la fantasía, con una barba blanca, un vestido rojo y blanco, de pronto se introduzca en cada hogar en Diciembre y a muchos se les hace difícil pasar una Navidad sin verlo? La respuesta, graciosamente me la brindó Fred Flinstone. Es para reirse, ¿cierto? Bueno, la verdad es que cuando usted le regala a todo el mundo encontrará amigos en cada esquina. Ese es el triunfo del personaje de Santa Claus. Los pequeñuelos lo asocian con regalos, juguetes y sorpresas, por lo tanto, anhelan verlo y quisieran que todo el año fuera Navidad. Esa verdad, a su vez arrojó luz sobre otras preguntas que tenía revoloteando en mi cabeza. Me preguntaba, ¿cómo es posible que las falsas sectas de la llamada “teología de la prosperidad” sean de la aceptación de tanta gente? La respuesta es muy similar a la dada por Fred Flinstone. Regálele cosas a la gente y atraerá muchos adeptos y seguidores. Ahora bien, Santa Claus regala juguetes y los pequeños le siguen. Entonces, ¿qué ofrecen las sectas de la prosperidad que atraen a mucha gente? Ellos regalan y les venden sueños a la gente. Es decir, orientan el evangelio para tomar textos aislados de “prosperidad” para ajustarlos a los deseos de enriquecimiento de la gente y los aplican a manera de “ir tras el sueño”. Es el mismo método usado por las redes de mercadeo (MLM). Una red de mercadeo antes de lograr que sus adeptos se conviertan en líderes impregnados de una filosofía positiva, primero son atrapados por las redes de la avaricia y de enriquecimiento personal. A estos los llaman visionarios. Es decir, tratan de primera instancia hacer que las personas se sientan inconformes con todo lo que tienen y cierren sus ojos y luego los abran en un mundo donde poseen la casa de sus sueños, el auto deportivo anhelado, el yate, las vacaciones a Europa y cosas semejantes. Ese sueño y deseo personal se convertirá en su alimento y en el motor de todas sus actividades, talleres, y la razón de la multiplicación y el ganar otros adeptos que irán haciéndoles ganar puntos y dinero para alcanzar su meta terrenal. Aunque parezca raro, es la misma técnica de ganar adeptos usadas por la teología de la prosperidad. La teología de la prosperidad no se conforma con el aspecto invisible de la redención y de la salvación, sino que procura el dominionismo en esta tierra. Es decir, afirma que va a la conquista de todo lo que le rodea, incluyendo el sometimiento de las cosas terrenales a su favor y sin límite. Para esto, utilizará elementos de promesas espirituales en toda la Biblia para orientarla a fines terrenales. De la misma manera que Santa Claus atrapa a un niño inocente con la ilusión de un regalo o sorpresa, de la misma manera, la secta de la prosperidad atrapa a sus adeptos con sueños, ilusiones y fantasías. La teología de la prosperidad no admite pobres terrenales sino que los juzga como de fe escasa y de fracasados. En cambio, utilizará los ejemplos de gente próspera hacer creer a sus adeptos que ese es el destino de todos, obtener los mismos resultados. En una red de mercadeo (MLM), las primeras personas que entran al negocio son los que obtienen las riquezas mayores ya que se nutren del resto de gente que se añade al grupo. Es por esto que en las revistas de diferentes redes se puede ver que el pequeño grupo de millonarios siempre se mantiene casi intacto. Es muy raro, ver una cara nueva entre las personas que han alcanzado un éxito financiero aún en las redes de mercadeo. El resto del grupo irá dando altibajos, creciendo en tamaño o a veces reduciendo, sin embargo, los primeros que llegaron se mantendrán a salvo de esas crisis ya que se nutren de los sueños de otros. En una red de mercadeo se tiende a cambiar el grupo que componen los nuevos adeptos. Es decir, los primeros que llegaron se harán ricos y al ver las riquezas, esto les servirá para venderles sueños a otros. En cambio, los últimos que llegaron se enfrentarán a diversos factores que no los harán permanecer por mucho tiempo. Eso significa que el grupo grande irá renovándose (gente sale y entra) y el grupo viejo permanecerá (los que se nutren de todos los demás). Esta misma verdad se aplica también a los mercaderes del evangelio quienes utilizan la Sagrada Biblia como fuente de ganancia. Siendo que la teología de la prosperidad utiliza promesas espirituales para enfocarse en cosas materiales utilizará pasajes de toda la Biblia que ayuden en la elaboración y el sustento de los sueños de la gente. Muy a menudo, las metas de aquellos que siguen la teología de la prosperidad se resume en las mismas metas de aquellos que entra en una red MLM. Si no fuera así, ¿por qué ponen tanto énfasis en la libertad financiera de sus feligreses? A los líderes eclesiales se les ve edificando templos colosales, poseyendo autos de lujo, ropa costosa, casas impresionantes, y toda clase de cosas justificadas por la frase: “somos hijos de un rey, por lo tanto tenemos que tener lo mejor en esta tierra” (por obligación).


Los muchos adeptos de la teología de la prosperidad están destinados al fracaso, en cambio, los principales líderes, al igual que en cualquier red de mercadeo se mantendrá a la cabeza de la prosperidad nutriéndose del resto del grupo y de los diezmos. A los diezmos, súmele la promesa de prosperidad distorsionada de un ídolo que han creado que se ve obligado a darle $100, si dan $10, y a darle $1000 si dan $100. Es decir, el sueño que venden está atado a una idea de siembra dinero y cosecha más dinero. Su motivo, el sueño personal. A todo esto se le añadirá el cuerpo de creencias filosóficas de la visualización. Es decir, se les pedirá a los adeptos que hagan una lista de las cosas que componen su sueño. Puede ser una lista de 10 características y descripciones de aquello que quieren. Luego procurarán que se haga un cuadro mental e introducirán a sus víctimas a realizar repeticiones y visualizaciones de esas metas o cosas. Frente a todo este escenario, no faltarán los profetas y milagreros que hacen señales y prodigios los cuales envuelven a todos en un ambiente que consideran celestial. Debe notar que los milagros y los prodigios se dan no solo en la iglesia verdadera sino también en muchas sectas falsas como la de la prosperidad.


La secta de la prosperidad ha atrapado a muchos en sus redes por medio de la venta de sueños. Es decir, se encarga de crear cuadros mentales e imaginaciones como una recompensa a la fe de las personas. Esas visualizaciones, aunque imaginarias, se convierten en el regalo de la ilusión para los seguidores y feligreses que ha atrapado. Como complemento a dicha falsa doctrina, estarán los talleres del comercio, los cual es la distorsión al culto cristiano donde aunque mencionan a Cristo, lo usan como un trampolín para enfocarse en aquello que desean en la tierra. Ya la iglesia no estará enfocada 100% en Cristo, sino que ahora la fe y los corazones de las personas irán dirigidos a otra clase de fines utilizando el nombre de Cristo. De repente, el hombre deja de estar satisfecho con su trabajo y con su jefe y se visualiza siendo su propio jefe. Lo mismo sucede con las posesiones. El hombre deja de estar contento con lo que tiene para ir en pos de lo que no tiene. Esto contradice la enseñanza de Lucas 3:14 donde Jesús le exhorta a unos soldados a “contentarse con su salario” y no llenar sus corazones de cosas innecesarias. Frente a tanta maldad social, son millares los que ilusionados con lo que pretenden tener irán tras el evangelio de la prosperidad. Por otro lado, aquellos que verdaderamente se han aferrado solo a Cristo será un pequeño remanente, a veces tildado de anticuado y aislado por no seguir el desenfreno de los demás.


El texto de II Pedro 2:1-3 nos advierte de antemano sobre la realidad dentro de las congregaciones de maestros que al torcer las Escrituras se convierten en herejes y hacen errar a otros con sus falacias originadas en corazones impuros. Todo esto, utilizando el nombre de Cristo y usando una fachada de piedad. Sobre los tales, se nos asegura que su camino va rumbo a la perdición aun cuando en sus bocas está el nombre de Cristo.


La verdadera riqueza


La verdadera riqueza es la que se tiene para con Dios y no la que se exhibe en las oportunidades financieras de esta tierra ya que en esta tierra todo perece, pero lo que se atesora en los cielos es eterno.


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Preguntas para los seguidores de la “teología de la prosperidad”:


¿Es ésta la fe de la que habla la Biblia?


teología de la prosperidad



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