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viernes, 14 de agosto de 2009

Una cena de conmemoración de la muerte expiatoria de Jesucristo por su iglesia

Algunas personas nos escriben y afirman que nuestros temas en torno al catolicismo son ofensivos. En su celo por la religión católica y las tradiciones de hombres que les han sido enseñadas desde niños piensan que lo que decimos es incorrecto o con alguna intención de hacerles mal, pero eso no es cierto.

Lo que predicamos se basa en la Palabra de Dios y no en ideas de hombre.

El siguiente tema titulado: "Una cena de conmemoración de la muerte expiatoria de Jesucristo por su iglesia" nos habla sobre lo que significa la cena del Señor para los protestantes.

"Una cena de conmemoración de la muerte expiatoria de Jesucristo por su iglesia"

Jesucristo antes de ser llevado como cordero al matadero quiso comer con sus discípulos la última pascua. El Maestro anhelaba tener comunión con sus discípulos y allí reunidos les hizo saber su deseo de que una vez él llevaría a cabo su obra expiatoria, ellos debían conmemorar su nombre por medio de una fiesta sencilla. Era un breve ritual simbólico donde participando del pan y el vino, estos dos elementos vendrían a ser ejemplos y recuerdos de la sangre derramada de Jesús y de su cuerpo hecho pedazos por los pecados de la humanidad.

Jesucristo no vino a establecer un rito que usurpara la fe en él y la colocara en un bocado de pan o una copa de vino. Él vino para presentarse a ellos como el mismo redentor. Aquel que entregaría su vida perfecta para ser muerto en una cruz y con su sangre santa ser el pago por nuestros pecados.

Hoy día vemos, ritos religiosos sacados del paganismo donde niegan la completa expiación de Jesucristo. El catolicismo romano repite una y otra vez el rito de la llamada “misa”. Ellos afirman que en ese rito se sacrifica una y otra vez a Cristo, ya que afirman que el pedazo de pan y la copa de vino se transforman literalmente en Cristo. Sus “misas” se derivan precisamente de esos “sacrificios continuos”. Es decir, proponen que Dios viene a convertirse en una galleta comestible. Sin embargo, Jesucristo no vino para hacer semejante rito blasfemo. Jesucristo dijo en la cruz: “Consumado es”. Es decir, lo que él hizo en la cruz es completo y suficiente. Nadie jamás puede hacer tal ofrenda perfecta sino solo fue llevada a cabo por Jesucristo. En cambio, hoy los religiosos afirman que ese sacrificio continúa una y otra vez. Piensan que en la celebración de ese rito tienen comunión con Dios.

Jesucristo no vino para fundar ritos. Su deseo no es que el hombre piense que su omnipotencia puede ser reducida a un bocado de pan. No vino a promover una ceremonia pagana de bebida de sangre ni tampoco de alguna clase de canibalismo. Cuando él toma el vino y el pan y les dice: “Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado…”, lo que nos está diciendo es que existe una semejanza en esos elementos que concordaban con su obra. Pero no nos está diciendo que sería convertido en esos elementos literalmente.

Hoy día, el catolicismo les hace creer a sus feligreses que el breve rito que Cristo estableció se trata de alguna clase de milagro donde Dios viene en ese momento y se transforma en un pedazo de pan y en una copa de vino. De esta forma pretenden negar la cruz recreando el sacrificio de Cristo. No se trata de una conmemoración como Cristo lo ordenó y tampoco se trata del reconocer de la obra que Dios hizo una vez y para siempre. De lo que ellos (los sacerdotes católicos) están hablando es de afirmar que lo que Cristo hizo en la cruz, se repite una y otra vez en cada nueva celebración de sus misas. Esto simplemente es una ofensa al sacrificio perfecto y completo ejecutado por Jesucristo una vez y para siempre.

Cada vez que un hombre o una mujer hace filas para tomar un pedazo de pan católico creyendo que en ese rito se contiene a Dios, realmente lo que están haciendo es desligándose de Jesucristo y negando la fe para depositarla en una religión vana.

En cambio, Jesucristo nos invita a reconocerle como nuestro salvador y como nuestro Señor. La fiesta que él instituyó lo hizo y lo ordenó de forma clara: “Haced esto en memoria de mi” (Lucas 22:19) Su sacrificio fue completo, no existe nada en el mundo que sustituya la sangre derramada de Jesús de Nazaret derramada una sola vez y para siempre.

Las iglesias protestantes que siguen la sana doctrina buscan hacer una conmemoración de la obra expiatoria de Jesucristo cuando comen el pan y beben el fruto de la vid en comunión y en armonía, pero nunca usarían la realización de un rito para usurpar el lugar de Cristo ni su obra. Nuestra comunión es con un Dios vivo.

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