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martes, 10 de noviembre de 2009

Consuelo para el alma angustiada

Aquí les comparto dos breves capítulos de mi libro: "Después de deshecha mi piel". Espero les brinde aliento y fortaleza.



Por: Edward Vélez

Todos los Derechos Reservados 2007



23


Lágrimas sobre mi almohada


“Aflicción y angustia se han apoderado
de mí, mas tus mandamientos fueron

mi delicia”.

−Salmo 119:143


Las lágrimas son ese líquido salado que brota de las glándulas sobre nuestros ojos que en momentos de angustia, sufrimiento o dolor humedecen la conjuntiva y brotan por las carúnculas lacrimales como expresión física y visible. Todos en algún momento las hemos probado al descender por nuestras caras y tocar los labios.


En medio de nuestra angustia comenzamos a quejarnos y ha querer describir nuestro tormento con palabras pero no alcanzarían mil libros para enumerar las situaciones que ocasionan tanto dolor y sufrimiento al hombre.


Cap. 6 (Libro de Job)


Job no dejó de expresar su dolor. Como personas es saludable expresar el dolor que sentimos una vez. Pero no es saludable repetir una y otras ves nuestras quejas ya que más que un desahogo se pueden convertir en nuestro trauma.


Job piensa que Dios pone a su disposición un trago amargo y difícil. Que las cosas que él temía ahora se habían convertido en su alimento. Deseaba que Dios lo sacara de ese lugar de angustia con todas sus fuerzas, pero a la misma vez sin poseer ninguna. Pensaba que Dios se agradaba en quebrantarlo. Hablaba todo esto, más sin pecar contra Dios. Job reconoce que la censura que hacen sus amigos no aplica a él, quien siempre ha buscado y permanece agradando a Dios.


Lágrimas sobre mi cama


Es en la quietud de la noche y cuando nadie está viendo que el hombre comienza a meditar y reflexionar en sus pasos frente a Dios. El espíritu humano comienza a pretender conversar con el Creador y desea ordenar y armonizar sus pensamientos. El salmista describía su experiencia:


“Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con lágrimas.” 244


El deseo anhelado y las peticiones del alma se pueden convertir en tormento del corazón en la espera. En esa larga espera el hombre tiende a desfallecer en su paciencia y pensar que ha quedado solo, por lo limitado de su visión.


Son muchos los hombres que luego de un duro día de trabajo anhelan la hora de poder reposar en el silencio de la noche. Pero, ¿qué sucede cuando en ves de reposo tenemos un gran dolor, desconsuelo, y sufrimiento? El salmo setenta y siete y verso dos nos presenta la alternativa de alabar a Dios en medio de la prueba:



Al Señor busqué en el día de mi angustia;

Alzaba a él mis manos de noche, sin descanso;

Mi alma rehusaba consuelo”.


Pero Dios que es mayor y que ve más allá de lo que puede ver el hombre da las respuestas en su tiempo y mucho mayor que lo que el hombre pueda pedir o desear y no se rige por el afán humano ni por la desesperación que inunda las mentes finitas de cada uno de nosotros. Se nos dice en el libro de Efesios:


“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos,

según el poder que actúa en nosotros,” 245


A la hora de dar las respuestas, Dios es misericordioso y bueno. Dios ve tu llanto secreto y está dispuesto a consolarte y ayudarte. El corazón del hombre es como un espejo delante de Dios. El sólo desea que puedas regocijarte en su ley de corazón y que puedas vivir en santidad. Una vez te conduces de esta manera, él se encargará de cada una de nuestras inquietudes:


“Deléitate asimismo en Jehová,

Y él te concederá las peticiones de tu corazón”. 246


El deleite de los hijos de Dios en esta tierra no puede ser mayor que el querer agradar a Dios y su justicia por encima de toda circunstancia humana.


Ejemplo de esperanza


Es de humanos quejarse frente al dolor y no es pecado expresar como uno se siente. En todos los discursos que Job da en medio de su prueba a veces hablando sin entender el panorama completo ni su significado no da lugar al pecado sino que pretende obtener alguna respuesta de alivio a su amargura.


“!Quién me diera que viniese mi petición,

y que otorgase Dios lo que anhelo…” 247


A veces lo que el hombre pide no es necesariamente lo que Dios tiene preparado. Lo que Job anhelaba era que Dios le pusiera fin a sus días y acabara con su dolor, pero Dios tenía otro propósito para glorificarse en su vida.


Sin fuerzas frente a la vida


En este camino que nos ha tocado vivir al enfrentarnos a diversidad de situaciones difíciles como humanos tendemos a desmayar y sentimos que la vida se nos viene encima y flaquean nuestras rodillas. Job veía desaparecer sus fuerzas:


“¿Cuál es mi fuerza para esperar aún?” 248


Nuestras fuerzas no son suficientes, por eso viene a nuestro socorro la fuerza que proviene de Dios.


“Temible eres, oh Dios, desde tus santuarios; El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo. Bendito sea Dios”. 249


Aquel que tiene la ayuda de Dios está en el bando de los ganadores. Tenemos un Dios que es sobre todas las cosas. Se nos promete que nuestras fuerzas serán renovadas en el momento de la debilidad y la flaqueza:


El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”250


Las águilas tienen la peculiaridad que cuando su plumaje envejece suben a lo alto y se desprenden de lo viejo para darle paso a lo nuevo. En nuestra experiencia nos desprendemos del desánimo y la debilidad para recibir lo nuevo, el aliento de Dios. Frente a nuestras circunstancias Dios es inmutable. Es el hombre quien necesita de Dios ya que Dios es fuerte.


Dios promete salir a nuestro socorro aún cuando los años nos hayan sorprendido y nuestra cabellera sea llena de canas y blancura.251


Si Dios no nos ayudara en el momento difícil sería prácticamente imposible proseguir. Dios sabe que no somos de piedra y conoce nuestra debilidad. Conoce que a veces estamos sin poder valernos por nosotros mismos, sin embargo, mas allá de lo que se puede percibir en esta piel hay una realidad que proviene de Dios. Tanto para justos así como injustos Dios permite que salga el sol y también permite que llueva sobre todos.



244 Salmo 6:6

245 Efesios 3:20

246 Salmo 37:4

247 Job 6:8

248 Job 6:11

249 Salmo 68:35

250 Is. 40

251 Salmo 71:9





24


Dios, ¿me escuchas

cuando a ti clamo?


“En mi angustia invoqué a Jehová,

Y clamé a mi Dios. El oyó mi voz

desde su templo, Y mi clamor llegó

delante de él, a sus oídos.”

−Salmo 18:6


Una de las más grandes preocupaciones que nos sobrevienen como humanos, es el conocer que tenemos a gente a nuestro alrededor cuando estamos en necesidad. Si nuestra casa tuviera una nevera vacía y sin comida y nuestros pequeños hijos estuvieran pasando hambre, sería un gran alivio saber que tenemos un buen vecino que está dispuesto a tomar de lo que tiene y compartirlo. O viceversa, cuando tenemos la nevera llena pero tenemos un vecino que está en necesidad o no puede valerse por si mismo y no tiene que comer, sería un gran alivio para él y su familia que una mano amiga le escuchara y le ayudara. Pero, ¿qué sucede cuando no hay nadie que ayude?


Abandonado


Cuando Dios guarda silencio y nuestros amigos parecen estar muy lejos para brindar ayuda es el momento en que nos sentimos abandonados y a la deriva. Job se sintió así:


“... mis hermano me traicionaron como un torrente; pasan como corrientes impetuosas...” 253


El dolor humano demanda una mano amiga que venga y alivie con compañía y alguna clase de apoyo y presencia. En cambio, a veces nos sentimos que todos huyen como aguas en medio de creciente impetuosa. Cuando todos nos abandonan tenemos la persona de Dios que está cerca para escucharnos:


“Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; Ten misericordia de mí, y oye mi oración.” 254


En medio de nuestras angustias recordemos las veces que Dios ha hecho por nosotros en el pasado y nos ha levantado.



Haced memoria de las maravillas que ha hecho,

De sus prodigios, y de los juicios de su boca.”255


Mientras que las circunstancias parecen levantarse como un muro donde nadie parece escuchar nuestra voz no se perderá en el vacío:


No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído; apresúrate a responderme el día que te invocare.”256


Nuestra mente turbada se convierte en nuestro enemigo que combate la fe. Pero Dios asegura que hay respuesta:



˝me invocará, y yo le responderé;

con él estaré yo en la angustia;

lo libraré y le glorificaré.”257


Dios el Padre estuvo socorriendo a su Hijo y de la misma manera nos ayudará a cada uno de nosotros que creemos en él. El salmista clamó de forma segura:



”En el día de mi angustia te llamaré, porque tú me respondes”.258


Dios no menosprecia el clamor de su pueblo sino que los atiende con prontitud y atención.



En mi angustia invoqué a Jehová,

Y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo,

Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos”.259


Dios tiene una responsabilidad para con el pueblo que él ha elegido. El siempre cumple sus promesas. Él no se olvida del pacto que lo une a sus hijos.


Un pacto eterno


Muchas veces nos podremos preguntar, ¿realmente me escucha Dios cuando a él clamo? Nuestra mente puede pensar, “él es demasiado alto como para atender a un humilde siervo como yo”. O incluso podemos llegar a decir, “tiene mejores cosas que hacer que prestar atención a mis asuntos...”. Sin embargo, existe una nueva relación y los hombres que han abrazado al hijo de Dios hemos recibido una nueva humanidad que nos conduce a una nueva esperanza, amistad y confianza con Dios. Tenemos por amigo a uno que realmente es bueno y comparte su bondad con nosotros:


“Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová; Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”.260


Un pacto es un convenio donde ambas partes tienen obligaciones, responsabilidades y deberes. En la antigüedad Dios hizo pacto con diversidad de hombres, incluyendo a Adán, Noé, Abraham, Isaac, y Jacob. En cada uno de los pactos Dios demandó obediencia y temor de Dios.



Requisitos del pacto


Siempre que Dios establece un pacto con los hombres existen ciertos requisitos tales como: obediencia, gracia, fe, reconciliación, santidad y fue entonces que alcanzaron la bendición.



En la antigüedad, Dios siempre quiso establecer amistad con el hombre y tomar pueblo para sí. Fue cuando llamó a Abram y a su descendencia en la cual serían bendecidas todas las naciones de la tierra. Sin embargo, Israel se olvidó de cumplir la parte de su pacto y Dios tuvo que establecer un nuevo y mejor pacto. El antiguo pacto estaba vulnerable a la incapacidad y al olvido humano. Dios demandaba y sigue demandando los requisitos que mencionamos anteriormente, sin embargo, el acercamiento de los hombres para con Dios en cumplir su parte no era suficiente. Fue entonces que Dios vino a nuestra salvación proveyendo un nuevo y mejor pacto. Un pacto que se fundamente en la sangre de Jesucristo donde vino a lavar, a santificar, a vivificar, a redimir, a llenar a los hombres de la persona misma de Dios.


Nuestro pacto es una persona


Los hombres conocieron el nuevo pacto en la persona de Jesucristo quien incorpora todas las promesas y bendiciones dadas a los antiguos así como a todos nosotros. Tenemos a Cristo, entonces, tenemos un pacto que nos une a Dios y a sus promesas. Ėl mismo vino a morar dentro de cada uno de nosotros y poner su justicia en nosotros. Justicia que se origina en él y no en hombre.


Nuestra justicia


Al final del capítulo seis del libro de Job, él recalca que ha andado en justicia delante de Dios y que lo que le ha sobrevenido no es el resultado o producto de actos deshonestos o faltos de integridad. Reconoce que sus amigos pretenden cavarle un hoyo para sepultarlo en ves de ayudarle. ¿Podremos nosotros poseer tal seguridad? ¿O nos acusará nuestra propia conciencia cuando estemos frente a los opresores? Sin duda alguna que Job era un hombre que caminaba con Dios en todos sus caminos. Cuando un hombre camina con Dios anda en santidad y se convierte en monte firme, imposible de mover sino que permanece para siempre. Cuando vienen las voces de acusaciones son derivadas por el testimonio de santidad que proviene de Dios.



253 Job 6:15

254 Salmo 4:1

255 I Cr. 16:12

256 Salmo 102:2

257 Salmo 91:15

258 Salmo 86:7

259 Salmo 18:6

260 Jer. 31:33

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