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miércoles, 9 de marzo de 2011

Materialismo, egoísmo, falsos profetas y soñadores de vanidad

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Hoy en día existe una levadura que va arropando toda la masa en diferentes congregaciones. Mucho énfasis en los designios del corazón humano y poco énfasis en la santidad y mandamientos de Dios. Muchos sueños de hombres y poco anhelo por la verdad de Dios. Mucho énfasis en lo material y poco en lo que realmente es eterno. Hay profetas en cada esquina profetizando vanidad, avivando el desenfreno de los materialistas. Dios por medio de su Palabra nos muestra su voluntad para nuestra vida, aquello que agrada y desagrada a Dios. Desde Génesis hasta Apocalipsis vemos ejemplos de cómo pedir y clamar a Dios. Los proverbios y los escritos de Salomón están llenos de consejos sabios que nos dicen repetidas veces lo que debe ser nuestra meta y objetivo versus toda cosa material y vana. Dice:


Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios. (Proverbios 30:8-9)


Estos consejos son muy diferentes a las oraciones y peticiones modernos llenos de decretos. Hoy se afirma que hay que ser específicos. Mientras mayor se detalle el sueño del corazón mayor será la respuesta afirman. Piensan que vendrá más rápido que Federal Express, dicen ellos. Pero cuidado, a veces los pensamientos del corazón y lo que anhelamos no siempre cumple lo que le agrada a Dios. Dice Jeremías:


Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? (Jeremías 17:9)


Tengamos cuidado y no demos como bueno sin discernimiento alguno todo lo que se le ocurre al corazón soñar. Dios nos ha dado una regla en su Palabra (Salmo 119:105). Nos dio ejemplos de justicia, de santidad, de propósito. De acuerdo a esto, debemos pedir. Por lo contrario, a Dios le desagradan los sueños de vanidad. A veces pedimos y no recibimos porque pedimos conforme a lo que no es correcto. Dice:


Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. (Santiago 4:3)


Tenemos pues la advertencia en la Palabra de Dios que nos instruye a no caer en sueños de vanidad. Dice que la situación en el pasado fue muy lamentable en el aspecto religioso. Los profetas se dedicaban a declarar lo opuesto a lo que Dios quería. Dice:


sus profetas recubrían con lodo suelto, profetizándoles vanidad y adivinándoles mentira, diciendo: Así ha dicho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado. (Ezequiel 22:28)


Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé. Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón? ¿No piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal? (Jeremías 23:25-27)


No usemos nuestra oración para pedidos egoístas ni imaginaciones del corazón sino para rogar y clamar a favor de la tierra para que no sea destruida.


Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. (Ez. 22:30)


Que nuestro clamor sea en búsqueda de lo eterno y lejos de toda cosa de vanidad.


Tus sueños, anhelos y deseos no pueden ir por encima de la voluntad, la soberanía y propósito de Dios para tu vida.

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