Recientemente escuchaba a un reconocido
evangelista predicando. En su mensaje utilizaba ejemplos de los milagros hechos
por los profetas de Dios como Elías, y como el caudillo Josué cuando estos
hicieron grandes milagros cuando Dios los usó. Elías fue usado por Dios para
cerrar la lluvia de los cielos y para abrir los cielos cuando Dios pusiera sus
palabras en su bloca. Josué oró y el sol se detuvo (o la tierra dejó de girar).
Estos ejemplos y algunos otros le han servido como pretexto a algunos para fomentar
en el mundo evangélico lo que ellos consideran es "la semejanza de
Dios" en el hombre. Proponen que la posición que Dios le ha dado al hombre
redimido de estar sentado en los lugares celestiales es una licencia para hacer
toda clase de cosas por medio de la palabra hablada. Decía el predicador:
"decrete, ordene en los aires, perdone pecados, esto y aquello".
"Usted es uno igual a Dios porque posee la semejanza de Dios". De
forma carismática convenció a muchos evangelistas y pastores con su disertación
que se puede ver ya en Youtube. Hay algo preocupante en todo esto. Y es el
hecho que uno no puede basar toda una doctrina en un mero texto bíblico. Si
bien es cierto que Dios puede utilizar a un hombre para llevar un mensaje,
hacer un milagro o para revelar una verdad, también es cierto que el hombre
sigue siendo hombre y Dios sigue siendo Dios. Dios no comparte su gloria.
Ningún hombre está autorizado por Dios a hacer creaciones de forma
independiente o por meros caprichos que el hombre tenga. Tomemos como ejemple
el siguiente caso. Dice Pablo:
"Y para
que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado
un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me
enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo
quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona
en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. (II Corintios 12:7-9)
Me llama la
atención que Pablo (el más grande apóstol luego de Cristo) dice: "tres
veces he rogado".
¿Qué
significado tiene esto?
Esto significa
que Pablo fue en oración a Dios presentando su causa, y Dios le dijo:
"NO".
Posteriormente,
Pablo fue en oración nuevamente, insistiendo en su causa, y Dios le dijo:
"NO".
En una tercera
ocasión, Pablo fue en oración e insiste en su petición y Dios le dijo:
"NO".
No sabemos con
exactitud posterior a este suceso, cuántas veces Pablo hubo rogado por su causa
y Dios le haya contestado de forma "negativa".
¿Qué enseñanza
tenemos de todo esto?
Lo que puedo
ver es que Pablo no estaba creando su propia realidad por medio de la Palabra
hablada. Hoy día, vemos que muchos evangelistas reconocidos predican que todo
lo que usted ordena con sus palabras se tiene que volver una realidad porque
usted tiene una posición y autoridad en Cristo. La pregunta es, ¿Pablo no la
tenía? De seguro que sí, Pablo la tenía. Pero estos nuevos predicadores
modernos tiene un poder mayor que el de Pablo. Es decir, se jactan de tener un
poder que todo lo crea y todo lo transforma, ese poder se llama NUEVA ERA,
HEREJIA. Se llama Espíritu DEL ANTICRISTO. EL QUE HACE GRANDES COSAS DE FORMA
INDEPENDIENTE DE DIOS.
¿De qué estamos
hablando? Estamos hablando de gente que coloca a su propia persona en el lugar
que le corresponde a Dios. Están llenos de soberbia, envanecidos en su ego.
Ellos mismos se contestan las peticiones por medio de técnicas de autosugestión
utilizadas por monjes budistas. El poder de su propia mente y espíritu humano.
Se desligan de la autorización de Dios.
Como vemos,
Dios es capaz de decir: "NO" cuando un creyente pide algo. Cuando
Dios es Señor del hombre, es Dios quien tiene la palabra final sobre aquello
que se pide.
Vean la siguiente
parábola:
También les
refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no
desmayar, diciendo: Había en una ciudad
un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella
ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi
adversario. Y él no quiso por algún
tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo
respeto a hombre, sin embargo, porque
esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me
agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd
lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso
Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará
en responderles? Os digo que pronto les
hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
(Lucas 18:1-8)
¿Qué hizo la
viuda?
Fue un día a
presentar su petición y el juez dijo: "NO".
Fue otro día, y
el juez dijo: "NO".
Y así
sucesivamente recibiendo respuestas negativas.
Finalmente el
juez le hizo justicia.
¿Qué enseñanza
tenemos aquí?
¿Crear cosas
por medio de la palabra hablada? ¿Utilizar técnicas de decretos y órdenes a los
aires para materializar esto o aquello? Definitivamente NO.
De lo que Dios
está hablando es de la súplica, el ruego, el clamor y la oración. El hacerle
conocer a Dios nuestras peticiones sin desmayar, una y otra vez. Esta es la oración bíblica.
Lamentablemente, hoy, la apostasía moderna de la Nueva
Era viene disfrazada de muchas maneras. Ya no es fe lo que predican, son
técnicas de autoconvencimiento, es positivimo, es una clase de práctica no
bíblica que pretende pasar desapercibida y pegarse como levadura en cada
esquina. Lea su Biblia e imite las oraciones de la Biblia, despréndase del ego.
Busque a Dios. Sólo Dios tiene la
respuesta.