Si somos nosotros la fuente de la sanidad o de poder alguno, entonces “declaremos y recibamos" un milagro. Ahora bien, si es Dios la fuente de toda nuestra sanidad, entonces, clamemos y roguemos a Dios con toda acción de súplica que escuche nuestra oración (Salmo 66:19; Efesios 6:18). Creo que la Nueva Era ha sabido introducir sus métodos e ideas en la fe cristiana. Tenemos púlpitos que intercalan verdades y mentiras para formar medias verdades. La Nueva Era propone que el hombre tiene la misma posición de Dios para declarar y recibir. El verdadero cristianismo enseña que hay un solo Dios y que todas las criaturas dependen de él para recibir contestación en todos los sentidos. Si la Nueva Era matizada de cristianismo tuviera razón alguna en sus ideas, entonces los apóstoles que estuvieron enfermos hubieran “confesado para recibir”, pero el ejemplo que dejaron fue otro. Vemos a un Pablo enfermo, creyente que Dios es la totalidad de su sanidad y dirigiéndose a Dios en oración en intenso clamor por tres ocasiones (II Cor. 12:7). Esas tres ocasiones o tres insistentes ruegos de Pablo nos dan una gran lección. No importa cuan grande e importante usted sea para Dios, Dios seguirá siendo mayor y usted siempre dependiendo de su misericordia. Pablo no utilizó métodos orientales de sanidad para incubar en su mente cuadros de salud para de alguna manera obtener un cambio en su situación terrenal, en cambio se dirigía a Dios por diversas ocasiones mencionando y clamando en espera de que Dios actuara. Esto es muy diferente decir, “declaro esto o aquello” “yo le ordeno a este cuerpo enfermo que sea sano”. De la misma manera Pablo le aconseja a Timoteo usar un poco de vino a causa de sus múltiples enfermedades (I Timoteo 5:23). Esto es muy diferente a decir: “usted está al mismo nivel que el Cristo por lo tanto no puede estar enfermo” “es imposible que una persona que ha sido redimido posea en su cuerpo enfermedad”. “Si usted está enfermo algo raro hay en usted que Dios no lo sana”. La realidad es que Dios es nuestra total sanidad, sin embargo, el sigue siendo Dios sobre todas las cosas. El sana si así lo desea y se abstiene de hacerlo si así quiere por algún propósito que el ser humano desconozca. El simple hecho que Pablo se halla dirigido a Dios en oración por tres veces en búsqueda de su milagro de sanidad nos indica que Dios como fuente de sanidad puede obrar a nuestro favor en cualquier momento. Sin embargo, Esto es muy diferente a afirmar que el creyente tiene la respuesta final sobre toda cosa como si se tratara de un logro humano como la confesión positiva. Creo que el dilema de la “confesión positiva” se relaciona más al concepto que tenemos de Dios y como lo catalogamos. Si el hombre envuelto en soberbia, altivez y arrogancia piensa que Dios es un guiñapo que está obligado y sujeto al mandato de los antojos, caprichos y deseos del hombre, entonces procurará reducirlo a un mero pensamiento humano o simplemente elevar los pensamientos del hombre a la misma posición de Dios. Por otro lado, si el creyente reconoce la grandeza de Dios frente a la inferioridad humana, entonces mirará a Dios con reverencia, reconociendo la insondable sabiduría de Dios, su omnipotencia, omnipresencia y su omnisciencia. No pretenderá lograr cosa alguna por medio del ordenarle a las cosas esto o aquello, sino que presentará su petición de forma humilde y esperará respuesta conociendo que Dios todo lo puede. Hay una gran diferencia entre la actitud que nos enseñó Pablo que nos indicaba a ir insistentemente a Dios en oración, dependencia y clamor por múltiples ocasiones hasta recibir el milagro, que a pretender nosotros lograr algo por medio del denominado “rhema”. Creo que de Dios es el poder y quien tiene la última palabra sobre todos los aspectos de nuestra vida y no nosotros mismos. La posición que tenemos delante de Dios depende de Cristo. Todo lo debemos a él. Esa dependencia de Cristo no usurpa el lugar de Cristo ni sobrepasa la voluntad y soberanía del Padre.
¿Dios puso como requisito para contestar nuestras oraciones el que se haga uso de visualizaciones orientales para recibir algún milagro?
¿Dios puso como requisito el "declara y recibe"?
¿Dios puso como requisito afirmar que se tiene algo de antemano?
¿Dios puso como requisito el deificar los pensamientos del hombre igualándolos al poder de Dios?
¿O simplemente, Dios nos instruye a pedirle a Dios con fe de manera insistente?
Todo lo que Dios espera de nosotros para darnos las cosas, es que confiemos que él es Dios bueno que responde a nuestras oraciones.
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La premisa: "Si declaro con la boca las promesas de Dios que están en la Biblia automáticamente obtendré el resultado deseado"
En la Biblia encontramos toda clase de promesas. Tenemos promesas de prosperidad si somos buenos mayordomos, tenemos promesas de sanidad si estamos enfermos, tenemos promesas de protección si estamos en peligro. Y así miles de promesas de parte de Dios. Recientemente comentaba con un hermano sobre este mismo tema. En Dios tenemos todo lo que necesitamos, sea sanidad, provisión, rescate, abrigo y toda clase de cosas buenas. Sin embargo, el hecho de que tengamos tales promesas y que ellas sean para nosotros Sí y Amén, eso no significa que en esta vida presente no pasemos por cosas adversas.
Es decir, los profetas y santos siervos de Dios, TODOS tenían la misma promesa de protección dada en el Salmo 91, sin embargo, su gran mayoría fueron martirizados. Simplemente asesinados. ¿Le resta esto poder a las promesas de Dios? Creo que no. Creo que Dios sigue siendo protector y hace como quiere.
Lo mismo sucede para cualquier otra clase de promesas, sea sanidad o prosperidad. Le comentaba al hermano:
En ninguna manera he dicho que Dios no sana. Desde el principio he sido claro. Creo que Dios sanó ayer, sana hoy y sanará mañana. También comenté que el simple hecho que Pablo fuera a Dios en oración por tres veces para que el aguijón de su carne le fuera quitado, significa que Dios oye y responde. El asunto que discutimos no es si Dios sana o deja de sanar. El asunto que discutimos es cuál es el modelo de fe dejado para nosotros por medio de la Biblia. Es decir, o declara Dios o declaramos nosotros, responde Dios a nuestro clamor o es el producto de palabras positivas, está obligado Dios a hacer nuestra voluntad si hablamos positivo o es un Dios soberano que hace como quiere. En Lucas 18:1-8 Jesús nos dio una parábola sobre la viuda y el juez injusto. Esta parábola los invita a orar y no desmayar cuando tenemos peticiones delante de Dios. Bien claro se nota que la viuda iba constantemente a rogarle al juez que le hiciera justicia. Eso tiene una aplicación para nosotros también. Sin embargo, nada tiene que ver con la práctica moderna del decláralo y recíbelo. La versión moderna conforme a las prácticas erradas hubiera sido muy diferente en esa historia. ¿Se puede imaginar que en vez de ir al juez constantemente, la viuda simplemente declarara y le ordenara a sus circunstancias obedecer a sus designios?
Todos los santos siervos de Dios tenían y tienen las mismas promesas. Para todos era la promesa de protección de Dios. La mayoría fueron muertos y asesinados como mártires. ¿Le resta esta verdad valor a la promesa? De la misma manera, tenemos hoy toda clase de promesa, más de 8,000 de ellas. Y Dios sigue siendo soberano. Las promesas de Dios no significa que harán de nuestra vida en la tierra un paraíso terrenal donde no habrá hambre, dolor ni sufrimiento. Pero en la redención tenemos todo.
La parábola sobre la viuda y el juez injusto
Jesús nos dijo por medio de la parábola sobre la viuda y el juez injusto sobre la nacesidad de la fe, la insistencia y el clamor que necesitamos tener a la hora de pedirle a Dios. Dice la parábola: