"Heme aquí a mí en lugar de Dios" (Job 33:6) así le decían los acusadores a Job el justo. Si usted lee el libro de Job verá que sus acusadores hablaban como todos unos religiosos. Mezclaban palabras que sonaban muy espirituales con todo tipo de culpa y acusación contra un hombre justo. La falsa religiosidad procura usurpar el lugar de Dios por medio de "decretos" que sólo le corresponden a Dios.
Se les hace muy fácil decir: "yo decreto" "yo ordeno", etc, pero que difícil se les hace decir: "Padre sea tu voluntad". Es mejor decir: "Dios, yo te pido esto o aquello", en vez de mezclar nuestros designios en esto o aquello que pedimos.
Otros por su parte, mezclan ambas cosas. Primero pretenden ser ellos los que dan las órdenes y luego que dan sus órdenes, afirman que se haga la voluntad de Dios.
La petición, clamor y ruego muestra la posición de un siervo frente al rey.
El decreto es muestra de presunción y de querer imponer nuestra voluntad.
Quitemos las órdenes de nuestra boca y pongamos clamor, petición, ruego y humillación delante de Dios. Él hará conforme a su voluntad.