Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación. (Mateo 12:43-45)
Si primero había uno, ese uno que retornó ahora se trajo a: soberbia, altivez, orgullo, blasfemia, incredulidad, rebeldía, vicio...
Cada uno de esos nuevos inquilinos que llegan traen consigo otros siete. Allí vienen: mentira, malicia, perversión, crueldad, necedad, depresión, abatimiento, opresión, destrucción, idolatría, hechicería, inmoralidad, murmuración, odio, envidia, angustia, hipocresía, falsedad, contienda, pleito, atadura, fornicación, lujuria, libertinaje, herejía, maledicencia, prepotencia, injusticia, manipulación, violencia, soledad, falsa religiosidad, materialismo, avaricia, corrupción, vanidad, celos, confusión, homicidio, adulterio, borrachera, extorsión, engaño, temor, demencia, ceguera, mundanalidad, egoísmo, impureza, ... Una larga lista interminable de cadenas de abominación.