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domingo, 24 de julio de 2016

Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. (Éxodo 32:2)

Dice la Biblia que los hebreos cometieron un terrible pecado tomando oro y creando un ídolo de oro (un becerro de oro), y en su necesidad de adorar en vez de adorar a Dios, tuvieron la intención de clamar a la creación de sus manos, cosa que atrajo la ira tanto de Moisés como de Dios. Pero el asunto aquí no es la idolatría que obviamente está muy mal delante de Dios, sino que los hebreos, aquellos que fueron llamados, que eran los elegidos, la nación de la promesa tenía zarcillos de oro en sus orejas, tanto hombres como mujeres. Esos mismos, eran los que componían el cuerpo de elegidos, no otros. No estoy a favor de que los hombres usen zarcillos, ni que usen prendas de valor alguno, pero en estos tiempos vemos un ‘rajatablismo’ que dentro de algunas iglesias envían a todos al infierno por cosas triviales. De cualquier cosa hacen una doctrina que aplasta la verdad de la redención e introducen a los creyentes al estancamiento de las apariencias y el énfasis desmedido en lo que se ve. De esta forma restan méritos y juzgan a todo aquel que ante sus ojos es “menos santo” porque la mujer se pinta el cabello o porque tiene esto o aquello. ¿Hizo Dios tal distinción? Mas bien el llamado de Dios es a no poner el corazón en la vanidad y no en las riquezas. (I Pedro 3:3) Cultivar el espíritu por encima de las cosas de esta carne. Pero no a crear doctrinas condenatorias ni culpar al infierno a todo aquel que opte por ciertos detalles de la apariencia. Todo en exceso es malo, incluyendo el énfasis en las apariencias. El libro del Cantar de los Cantares asocia el atavío con la belleza de la mujer. Los detalles de las prendas son parte de la feminidad. (Cantares 1:11) La palabra dura de Jehová y que muchos utilizan como un impulso al legalismo en torno a vestimenta y que se encuentra en Isaías 3:18-19 en realidad a lo que se refiere es al énfasis desmedido del corazón de las mujeres en torno a las vanidades y cosas superficiales olvidando lo más importante que es el cultivar una relación con Dios. Ese es el verdadero juicio, el apartar el corazón de Dios para ponerlo en otras cosas. Tengamos cuidado y no estemos creando doctrinas falsas que sean de tropiezo a mucha gente y les impidan la entrada a la gracia por presentar un evangelio hostil, no realista, y distorsionado. Recordemos que cualquiera que sea de tropiezo a los pequeños de Dios tendrán su día de juicio. (Mateo 18:6)  Ni las prendas ni las riquezas son pecado, lo que sí es pecado es poner todas estas cosas en el corazón en el lugar de Dios. (Salmo 62:10) 
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