Cuando un novio está enamorado de su apreciada novia
hace todo lo necesario por estar puntualmente en el lugar de encuentro. Si la
novia le pide que le visite a las 6:00 p.m. el novio lleno de entusiasmo llega
a las 5:30 p.m. sin que nadie lo obligue. Ese entusiasmo es parte de ese primer
amor que envuelve al que ama de forma sincera. Sin embargo cuando sucede lo
contrario, es decir: dejadez, demora, indiferencia y cosas semejantes a estas
son síntomas de que algo no anda bien en la relación. Dios compara a su iglesia
con la amada que espera a su amado y espera de ella amor ferviente. Cuando no
es así, Dios expresa su descontento y dice:
"Pero
tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde
has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto
a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido."
(Apocalipsis 2:4-5)
¿Demuestra un
primer amor aquel que llega siempre tarde a sus citas con Dios? No creo. Mucho
menos tienen la dignidad para juzgar a otros. ¿Podrán servir de motivación aquellos
que demuestran con sus hechos lo desmotivados que se encuentran? Hablan de fe
ferviente, una fe que ellos mismos desconocen. Hablan de un primer amor, un
amor que ellos mismos no practican. Pero a menudo se convierten en jueces o se
consideran a modo farisaico superiores a otros quedando en evidencia su
ignorancia. La salida a todo este dilema es una sola, volver en amistad con
Dios y arrepentirse de su religiosidad, más bien entregarle a Dios sinceridad y
búsqueda genuina y no espectáculos de apariencias. Al fin y al cabo el hombre
no engaña a Dios sino a sí mismo.