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martes, 27 de mayo de 2014

El poder atrayente del micrófono y los motivadores que no motivan


La historia del micrófono se remonta a principios del siglo XIX cuando Charles Wheatstone presentó el primer dispositivo para amplificar sonidos débiles, gran invento que iría evolucionando junto con otros descubrimientos del sonido hasta dar a luz la tecnología que conocemos hoy. El micrófono es una herramienta que le permite a la gente hacerse escuchar. Sin importar lo lejos que pueda estar una persona, las vibraciones de sonido pueden interactuar con electricidad y ser transmitidas a grandes distancias y llevar un mensaje de forma efectiva. El micrófono por si solo no es útil si no hay un ser humano haciendo buen uso del mismo. Un buen orador puede llevar un mensaje de paz al mundo por medio de micrófonos y de bocinas. De la misma forma se puede convertir en una herramienta de maldad si es utilizado de forma inescrupulosa por gente mala como lo fue el caso de Hitler quien utilizó mucha de esta tecnología para impulsar el credo malévolo del III reich. Una herramienta es simplemente eso, un ente neutral que sirve de facilitador a un servicio. La importancia no se encuentra en el medio sino en aquel que hace uso del mismo. El micrófono le resulta atractivo a toda clase de gente. Detrás del micrófono hay toda clase de gente, las hay sabias, ignorantes, doctas, y también incultas. Hay de todo un poco detrás de cada clase de micrófono. El micrófono se convierte en una plataforma que le brinda a la gente un foro para ser oído y atendido. Cuando existe un buen uso del mismo hay edificación en el ambiente, pero cuando el orador es dirigido por la necedad, los oídos de todos los demás tienen una escuela negativa en sus orejas. El micrófono se puede convertir en un arma de manipulación y control mental cuando la gente solamente escucha sin razonar inteligentemente lo que se dice y cuando lo que se dice no se ampara en la verdad. El micrófono sirve para usos positivos y también negativos. Es positivo cuando el mensaje no solo es un buen mensaje sino cuando aquel que lo lleva es íntegro en lo que dice, es decir, sus palabras van respaldadas por sus acciones. Y es negativo cuando no solo se da un mensaje errado o herético sino cuando se convierte el escenario en un mero espectáculo donde no se vive lo que se dice o no se lleva en el mensaje. El micrófono puede servir de máscara y de antifaz para las personas en toda clase de ramas, sean religiosas, políticas o de muchas otras índoles. El micrófono sólo es inútil, necesita de la viva voz del que lo maneja. Cuando un buen orador hace uso del micrófono el público que lo escucha se anima y se siente complacido de poder aprender cosas positivas y edificantes que van respaldadas por los hechos del orador. Pero cuando lo que se habla se distancia de la realidad de la experiencia entonces lo que vemos es un mero espectáculo que para nada sirve. Tomemos por ejemplo al orador que pretende ser un motivador a su audiencia. El orador brinda un discurso vehemente que procura que todo el mundo se sienta motivado hacia la responsabilidad y hacia la puntualidad, sin embargo, todo el mundo fue testigo de que la actividad que estaba pautada para la 1:00 p.m. tuvo que ser atrasada de dos a tres horas ya que el propio orador falló en su cita. Luego vemos al orador haciendo alardes de su puntualidad, creándose una imagen pública que todo el mundo conoce de antemano que es falsa. Es por esto que el micrófono sólo es vacío, es inútil. Tiene que estar respaldado por hechos y no por palabras. Motivadores que no motivan son aquellos que crean todo un mundo fantasioso usando las buenas herramientas para exaltar una imagen que no les pertenece. Crean un cuadro de lo que quieren ser y lo pregonan, pero en realidad ellos mismos se alejan de ese fiel modelo. El micrófono debe ser una herramienta para llevar armonía entre palabras y de hechos. ¿Puede un motivador llevar o infundir motivación cuando su ejemplo es el de ocio, dejadez, irresponsabilidad, pereza, excusas absurdas, críticas, y cosas semejantes a estas? Por ejemplo tenemos al orador que demanda de sus oyentes el que la gente se esfuerce en toda clase de cosas, sin embargo el propio orador se ausenta a sus compromisos brindando excusas absurdas tales como: "no pude asistir porque me dolía una uña", "me dolían las pecas", y cosas semejantes a estas. ¿Pueden motivar de alguna forma? Creo que no se lleva un mensaje motivador de esa forma. La motivación es un mensaje edificante que impulsa a otros a hacer cosas buenas y grandes y se recibe de gente noble que evidencia en su vida el hacer y producen el querer. Los micrófonos se consiguen en cada esquina, en cada esquina hay una plataforma. Los que quieren crecer, crecen escuchando gente de práctica y no de teoría. Gente que lleva amor y no envidia en sus disertaciones. Permitamos que el micrófono sea usado para edificación de los oyentes y no una muda burla y payasada a la realidad donde no se vive lo que se pregona en diferentes lugares de la sociedad. Que el micrófono sea junto con el orador una herramienta integra de poder de acción y no de teoría muerta que para nada sirve.
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