Nuestras madres son esos seres especiales que Dios en su
creación dotó con la bendición de ser portadoras de hijos como el producto de
una relación de amor y afecto con nuestros padres. Dios estableció el
matrimonio entre un hombre y una mujer como ley divina y sagrada para bendecir
la tierra permitiendo el nacimiento de hijos. Los hijos vinieron a darle forma
a nuestra familia. Esos hijos crecieron y fueron formando también un hogar. Se
fueron extendiendo y formaron clanes, luego tribus, y de las tribus se formaron
pueblos, naciones, estados e imperios. Dios no se equivoca, creó a un ser
fuerte como el hombre para que pudiera engendrar hijos y creó una madre tierna
para que diera a luz hermosas criaturas llamadas hijos. Uno es el complemento
del otro. Ninguno tiene como meta reemplazar al otro, sino que ambos forman el
más perfecto de los equipos. Nuestra sociedad se debe a la existencia de la
unión sagrada del matrimonio. Antes de que existiera institución alguna, ya
Dios había establecido esa relación entre un hombre y una mujer. Dios bendijo
con los hijos. Los padres y madres deben ser honrados y respetados con sumo
respeto y estima. Nuestra familia debe ser exaltada y protegida. Nuestros
gobiernos deben crear leyes que protejan lo que es digno de alabanza como el
matrimonio sagrado. Ese que honra la figura de un padre y de una madre.
Hoy vemos en la tierra un terrible mal que amenaza la figura
de las madres. Se trata de las amenazas de aquellos que proponen que el
matrimonio entre un hombre y una mujer no es lo correcto y pretenden hacer
creer con mentiras que lo correcto es la unión de mujer con mujer y hombre con
hombre. Claramente lo han dicho, su meta es destruir el matrimonio, destruir la
familia, exponer nuestros hijos a los verdugos y robarles su identidad. No
existe tragedia humana peor que la que se está promoviendo hoy por medio de
agendas distorsionadoras de la realidad como son esas que destruyen la familia
y se esconden tras falsos reclamos de "anti discrimen", reclamos de
"derechos" para homosexuales y cosas semejantes a estas que
ciertamente son una clara distorsión y trastoque contra la familia real y
verdadera. Como hijo, padres y madres, tenemos la urgencia de hacer oír nuestra
voz, una voz que defienda lo que es verdadero y justo, una voz que proteja a
nuestras madres y padres y una voz que proteja a nuestros hijos. Defendamos la
familia porque es la primera institución establecida por Dios y porque de ella
surgió toda sociedad. Debe ser respetada, estimada y no ser entregada a
verdugos sin conciencia en nuestros tiempos. Que Dios bendiga a nuestras
madres, a nuestros padres y a nuestros hijos. Y que Dios bendiga a todos
aquellos que todavía tienen conciencia.
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