El "ojo de una aguja" era un espacio estrecho que se refería fuera a puertas pequeñas en las ciudades amuralladas o lugares angostos entre las montañas. Su espacio era tan reducido que de forma dificil se podría tratar de pasar un camello hacia el otro lado por medio de las mismas. Una tarea imposible porque el tamaño del objeto era demasiado grande para la abertura reducida.
En el libro de Santiago encontramos una palabra muy dura y fuerte de parte de Dios sobre aquellos grandes dueños de los medios de producción o de grandes terrenos quienes teniendo a su cargo gran cantidad de obreros, les pagaban de forma egoísta, mezquina y de forma injusta y desventajosa. Dicha relación obrero-patronal de forma sin balance, está considerado una gran ofensa.
!!Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia. (Santiago 5:1-6)
De la misma manera que Dios ve y juzga las relaciones obrero-patronales, también tiene los ojos puestos sobre aquellos hombres que han prosperado en la Tierra y no usan de forma justa sus riquezas.
"En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad." (I Juan 3:16-18)
Tengamos cuidado y nuestra fe en Dios no sea en vano, porque al que mucho se le ha dado, mucho se le demandará. Utiliza lo que tienes para bendecir a otros, porque esta es la voluntad de Dios.